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Una cuestión de valores.

EMERGENCIA NACIONAL.

Hagamos conciencia.

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EMERGENCIA NACIONAL.

Lo hemos dicho infinidad de veces. Ya el individuo promedio en Occidente se ha percatado que esto que llamamos desarrollo, es un concepto que se limita a muy pocas áreas: nuestra sociedad pasará a la historia como una cultura altamente desarrollada en el campo de las armas y del comercio.

Escribir al DR. Mauro Hoy

No en vano los ecologistas se tiran a las calles de todo el mundo a exigirle a los señores de las armas, que suelen ser los mismos señores del comercio, que ¡basta ya!, es hora de vivir en paz con la naturaleza. Pero el asunto no se queda ahí. Los grandes países desarrollados ostentan una pésima calidad de vida, el día a día en esas sociedades tiene minúsculas ventajas, hay discotecas, bares, table dance, Internet y las librerías venden a granel literatura chatarra. Lo importante, lo que convierte a una sociedad en un lugar realmente grato y agradable, brilla por su ausencia.

El peligro acecha por doquier, las noches se vuelven peligrosas, porque los asaltos y los asesinatos reinan en cada esquina. Las calles cuentan sus muertos por decenas, los colegios se convierten en refugio de rufianes y en blanco de canallas, al extremo que la violencia y las drogas se vuelven parte integral de la vivencia del estudiantado. Los hogares se ven debilitados por las faenas laborales, la violencia doméstica aflora y el síndrome del niño agredido repleta los hospitales. Eso son los efectos negativos del desarrollo, esos son los efectos secundarios de contar con un Ipod o un celular.

No vivimos un desarrollo en el amplio sentido de la palabra. No. No tenemos un desarrollo moral, espiritual, ecológico o de valores. El desarrollo que hoy presenciamos es el desarrollo de todo lo que el dinero puede comprar, sí, el desarrollo de todas esas cosas que de una u otra forma hoy apreciamos tanto, olvidando que las cosas más importantes de la vida no son cosas.

En nuestro país, hemos asumido los roles y valores de las sociedades industrializadas. En el recuento de los daños, vemos como batimos records: tenemos divorcios como nunca antes, accidentes a granel, asesinatos en el nombre de un celular y, recientemente, la prensa nos ha informado de la alta incidencia de embarazos en niñas escolares.

Señores, esto es razón suficiente para decretar un estado de emergencia. Este degenere sexual tiene que parar. No puede ser posible que en nuestra Costa Rica estemos embarazando a decenas de escolares. Niñas de quinto y sexto grado, que no son más que niñas, ya llevan en sus vientres a otras niñas, convirtiéndose en ejemplo vivo de lo que la ciencia llama el Síndrome de la niña madre. Y es claro que probablemente no hay embarazadas de cuarto, tercero, segundo o primero porque a esa edad no se pueden embarazar, mas no es de extrañar que ya estén siendo victimas sexuales y que solo sea cuestión de tiempo para que nutran las estadísticas de embarazos en niñas.

No se crea que esto sea un asunto gubernamental. No se crea que esto se resuelve en las aulas. No. Entendamos la enorme responsabilidad que tenemos los medios de comunicación, entendamos que se nos fue la mano con la permisividad sexual, que los programas que se hacen en esos países desarrollados son forjadores de las estructuras básicas del proceso de socialización de nuestros jóvenes, Hoy, aunque duela decirlo, los jóvenes aprenden más de la televisión y de Internet, que de los libros o de las pizarras y si no hacemos algo, este degenere sexual se convertirá en una auténtica epidemia.

De momento, sirva esta columna para instar a los padres a defenderse de la cultura, a luchar contra tanta inmundicia que se presenta en los medios, que inculquen los valores familiares a los hijos y que les enseñen desde pequeños que somos diferentes, que no tenemos que ser como los adolescentes que salen en las pantallas, de esos que tienen su cabeza llena de sexo, drogas y el mal rock and roll.

 

 

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