PORQUE SIEMPRE ESCOJO AL HOMBRE EQUIVOCADO
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Soy una mujer separada de 36 años. Yo me casé muy joven, con un hombre del que estaba totalmente enamorada. El matrimonio no duró dos años, él era irresponsable, parrandero y promiscuo y un día simplemente se fue de la casa. Desde entonces he tenido varias relaciones, y he vivido con dos hombres más, pero siempre escojo hombres muy inmaduros. Siempre escojo mal. Al menos he evitado quedar embarazada, pero no sé cómo conseguir un buen hombre.
Antes el amor era una suerte, las personas se casaban casi sin conocerse y era en la vida en común que se daban cuenta cómo era la pareja. La gente decía que el matrimonio era una lotería, otros hasta decían que era un “gallo tapado”, haciendo referencia a lo azaroso que resultaba, sobre todo porque en esas épocas el amor era para toda la vida.
Hoy, por el contrario, los noviazgos suelen ser prolongados e intensos, las parejas comparten muchas facetas de la vida salvo la cohabitación, de tal forma que ambos pueden conocerse plenamente. Diríamos que hoy ya no hay sorpresas. En el noviazgo nos podemos dar cuenta si la pareja es violenta, o tranquila, formal o irresponsable, comedida con el dinero, o botaratas, inestable o ecuánime, si tiene problemas con el licor o con las drogas, si es apegado a la fidelidad, en fin, todas esas variables que determinan un buen o un mal vivir.
El verdadero problema es que a veces se manejan expectativas de cambio irreales. Así muchos fijan sus esperanzas de que “todo va a ser distinto”, que “todo va a cambiar” cuando vivan juntos y eso rara vez sucede.
Por eso, el noviazgo debe entenderse como una etapa de conocimiento, en la cual nos damos cuenta de las virtudes, y defectos de la pareja, y en base a esas características debemos decidir si es el tipo de persona con la que queremos compartir la vida y forjar un proyecto a futuro.