CON EL CORONAVIRUS SE ME QUITÓ EL MAL CARÁCTER
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Soy una mujer de 29 años, vivo en unión libre. Soy tica, pero vivo en Nueva York. Siempre he sido una gran malcriada, de esas personas que a cualquiera le grita, y qué decir a mi pareja. Mi hermana estuvo muy mal de un cuadro gripal y le hicieron las pruebas del CORONAVIRUS, pensamos que la iban a internar y eso me impactó mucho. Me dio miedo de que se muriera y de que nos hubiera infectado y eso me cambió la forma de ver las cosas y de tratar a los demás.
En diversas ciudades del mundo el CORONAVIRUS ha provocado una enorme cantidad de muertes que ha provocado terror en la población. Desde luego, el miedo es mayor cuando personas cercanas se ven afectadas, por un lado, porque son seres queridos y además porque puede que nos hayan infectado.
Ante esta perspectiva, muchas personas comienzan a ver el mundo de una manera más clara, se dan cuenta que a pesar de muchas circunstancias la vida que existía antes del CORONAVIRUS, era una buena vida, y mucho mejor que lo que hoy se está viviendo y que probablemente la vida habría sido mejor si hubieras tenido una mejor actitud.
Por eso, es frecuente que aquellas personas que por todo se quejaban, y que maltrataban a sus seres queridos, hoy se han dado cuenta de su error, y han procurado enmendar ese tórpido proceder. Esta es una experiencia que se ha reportado en diversas partes del mundo y sobre todo en aquellas zonas donde la PANDEMIA ha provocado estragos.
Las tragedias pueden resultar útiles para replantearnos la vida que hemos llevado, para apreciar lo que tenemos y valorar en su verdadera dimensión a las personas que a diario conviven con nosotros. Ante tan penuria que ha traído la COVID-19, hay un legado de enseñanzas que debemos aprovechar.