PERDÍ LA TRANQUILIDAD ECONÓMICA Y ME CAÍ SEXUALMENTE
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Soy un hombre casado de 45 años. Hace dos años renuncié a mi trabajo y con las prestaciones puse una soda, con la que no me iba a hacer millonario, pero sí me daba para vivir mejor. Con las medidas de confinamiento, varios días no he podido abrir y cuando abro no llega casi nadie y esto me ha puesto económicamente al límite y aunque paso más tiempo en la casa, la presión de las deudas no me deja dormir, y sexualmente ya no levanto como antes.
La PANDEMIA va más allá del campo de la salud, afecta todas las áreas de nuestro diario vivir y particularmente la economía tanto de la sociedad como un todo como la de uno y cada uno de nosotros.
Aun cuando los poetas y trovadores siempre han dicho que el dinero nada tiene que ver con el amor, la verdad es otra. La ciencia es clara en señalar que las deudas, y la adversidad económica afectan de manera considerable el área sexual, así como el mismo convivio con la pareja y la familia. Pasar preocupado todo el día, resulta desgastante, más aún cuando se enfrenta problemas para dormir, condiciones que colocan al cuerpo en un estado de tensión desmedida.
En estos tiempos tenemos que buscar nuevas formas de pago, negociar los préstamos y deudas, sobre todo, porque al ser una situación mundial que afecta todo el sector económico, los bancos han creado estrategias de cobro acorde al momento que vivimos.
De igual manera tenemos que tener otra visión sexual, entender que no podemos tener un adecuado desempeño sexual bajo un manto de tanta tensión. Por eso debemos hacer de cada encuentro íntimo un espacio para la relajación, la unión y el descanso, y no pretender un rendimiento impecable.
La sexualidad debe convertirse en un aliado, en un refugio, esperando que una vez superada esta PANDEMIA podamos volver a tener aquella vida de antes.