PREGUNTAS COTIDIANAS
TENGO PLATA Y NO ME QUIERE
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Soy un hombre divorciado de 34 años. Pecando de ser honesto, soy un hombre acaudalado y bien hecho. Diría que a mí me sobran las mujeres. Ahora me gusta una muchacha joven, que está estudiando en la universidad donde soy profesor. La he invitado a salir y me ha rechazado varias veces. Hace poco me di cuenta de que está saliendo con un “chiquillo” que “no tiene donde caer muerto”. No entiendo a las mujeres.
El que cree que por rico entra ganando en el juego del amor, debe saber que ya entró perdiendo. Es decir, con el dinero se pueden conseguir besos, abrazos, sexo, escotes y demás, pero no se puede obtener el amor. Ese es el problema: el cariño sincero ni se compra ni se vende.
No podemos comprar amor, no podemos comprar sinceridad, no podemos hallar una pareja genuina creyendo que debe sentirse atraída por atestados económicos. Si la encuentra de esa manera, tendrá a alguien que no lo quiere a usted sino a su dinero.
Tal vez esto suene trillado, pero en nuestra cultura, donde la ostentación se ha convertido en una razón para crear vínculos, sin lugar a dudas una de las reglas debe ser el amor. Ahora, estoy hablando del amor mayor, el del mutuo auxilio, el que cuida mis fiebres, el que vela mis sueños, el que se piensa como eterno.
Desde luego, el dinero sí alcanza para un amor de temporada y más aún para un romance de una noche, pero nada más. Me alegra saber que esa mujer que le gusta sea tan advertida en materia de amor y no se fije en el dinero. Probablemente no sea cierto que ese muchacho no tenga donde caer muerto, porque hoy caería en los brazos de ella. Y a lo mejor sea usted quien no tenga brazos donde caer muerto.