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A MI ESPOSA Y A MÍ NOS GUSTA IR A MOTELES

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A MI ESPOSA Y A MÍ NOS GUSTA IR A MOTELES

 

Soy un hombre casado de 39 años. Yo tengo más de doce años de estar casado y desde los primeros años nos dimos cuenta de que disfrutamos mucho el sexo cuando vamos a un motel. No sé por qué nos pasa, pero una o dos veces al mes nos escapamos y la pasamos muy bien. Yo estoy en un grupo religioso y el día que lo conté todos se enojaron, y nos han criticado mucho. Yo no veo nada malo, es mi esposa y lo disfrutamos.

 

Escribir al DR. Mauro Hoy

Los moteles entendidos como esas habitaciones con garaje que se alquilan por unas horas para que las parejas gocen su intimidad, tienen un aura casi legendaria. Para algunos son sitios vulgares al que solo se va con amores casuales, mujeres de baja reputación o relaciones ilícitas. De ahí que muchos los vean con malos ojos.

Para otras parejas, son lugares excitantes que les recuerda esas relaciones furtivas que se mantenían antes de contar con un “nido de amor”. Ir a un motel o ir a “aquel motel” en particular, es una forma de viajar al pasado y rememorar esos momentos en los que se cimentó la relación emocional que hoy ostentan, sea matrimonio o unión libre.

Adicionalmente los moteles permiten que aquellas parejas que a veces no tienen tiempo ni cuentan con la intimidad necesaria en la casa para tener relaciones, pasar unas cuantas horas, en paz, tranquilos, comiéndose a besos lejos de los ajetreos hogareños.

Con la ventaja que son sitios citadinos, que quedan a unos cuantos minutos y que se alquilan por breves periodos en contraposición a los hoteles que suelen alquilarse por noches. Muchas parejas casadas con hijos no pueden pasar una noche fuera de casa pero sí unas cuantas horas.

Al margen de lo que crean los demás, las parejas desarrollan su propia identidad y hacen suyas aquellas costumbres que les resultan gratas, y eso todos debemos respetarlo.

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