PREGUNTAS COTIDIANAS
ME PIDIÓ UN TIEMPO PARA ESTAR SOLA EN NAVIDAD
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Soy un hombre casado de 32 años. Me case hace cuatro años. Mi esposa y yo nos llevamos muy bien, pero, aunque no tenemos hijos, el día no nos alcanza y siento que la relación ha venido a menos. Nosotros vivimos en San Pedro y los dos trabajamos por la zona de Escazú. Ella entra a las 7am y sale a las 5pm, yo entro a las 9 am y salgo como a las 7 pm. Con esos horarios casi ni nos vemos. Ahora en Navidad ella me pidió un tiempo para estar sola y me preocupa que nos separemos.
El mayor problema sexual de las parejas de hoy, aunque resulte sorprendente, es el tiempo. Diríamos que en el cada día el amor agoniza, sediento de horas, minutos o aunque sean segundos.
Curiosamente hay tiempo para todo: para el trabajo, para ver novelas, para el fútbol, para visitar amigos y familiares, para el “happy hour”, para el viernes de moda, para ver el Facebook, para el 2X1 en la taberna de la esquina, para el salón de belleza; pero no se encuentra tiempo para el amor.
Sin darnos cuenta, los días pasan, las semanas pasan, los meses pasan y paulatinamente se va relegando la vida sexual a un segundo, tercero, cuarto y último plano. Aquellas parejas acostumbradas al deleite diario con las mieles del amor se distancian tanto afectiva como sexualmente.
Desde luego, cuando no hay tiempo para los besos, los abrazos, las caricias y mucho menos para el sexo; “las cosas en la casa” se ponen cuesta arriba. Funcionalmente parecemos más bien hermanos, compañeros, amigos y hasta rivales, antes que pareja.
Porque esa es la función del sexo y la ternura suavizar las diferencias que surgen en el diario vivir. En el vínculo marital la sexualidad es un buen recurso para limar asperezas. Sin lugar a dudas los encuentros sexuales reafirman el vínculo y refuerzan la identidad de pareja.
Resulta sorprendente, en la mayoría de esas parejas, el amor y la pasión se mantienen. El problema reside en que se hacen prioridades y el amor se va quedando sin tiempo, relegado por tantas actividades que ofrece nuestra sociedad de consumo.
No basta con hacer el amor a la carrera, no basta con dar un beso a la ligera, no basta con dormir juntos. Es prioritario que las parejas destinen tiempo para ellos, que disfruten largos periodos solos, vistiendo los elegantes trajes de Adán y Eva, mientras rememoran sus idilios, sus ilusiones, sus sueños, sus esperanzas y disfrutan a lo grande del banquete del amor.
Para muchas parejas, esto representa una verdadera quimera. La rutina laboral, las faenas hogareñas y los compromisos, no dejan espacio para esas ansiadas horas de recreo amoroso. El sexo a altas horas de la noche compitiendo con el sueño y el cansancio representa toda una afrenta al deleite ansiado.
Es ahí donde los feriados de fin de año se convierten en la oportunidad idónea para rescatar ese vínculo maltrecho, debilitado y agónico, que simplemente necesita de tiempo para salir a flote.
Muchas parejas se sorprenden cuando observan como la relación se vitaliza y vuelve a ser la de antes, con solo dar ese tiempo. El amor resurge, el deseo se incrementa y las ilusiones vuelven al marco de la conciencia. Vínculos que se daban por agónicas, relaciones que se creían acabadas, futuros que se desvanecían, con frecuencia vuelven a florecer solo faltaba “regarlas con tiempo”.
No se crea que es un asunto estrictamente sexual, no, en realidad, el tiempo le permite a las parejas reestablecer ese vínculo emocional que se había debilitado. Los sentimientos retoman vigencia cuando el tic tac está a favor.
Los costarricenses gozarán de una pausa laboral en estos días y es nuestra recomendación que dediquen tiempo para la relación de pareja, para revitalizar o fortalecer todos esos aspectos que, a lo largo del año, se han deteriorado con el agobio cotidiano.