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EL SEXO NOS QUEDÓ DEBIENDO

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EL SEXO NOS QUEDÓ DEBIENDO

Nuestra sociedad es eminentemente sexuada. Hemos convertido el sexo en una actividad protagónica de la vida. La sexualidad ha pasado a ser una panacea de la colectividad. Los aspectos sexuales no solo dejaron de ser prohibidos, sino que constituyen el placer más apetecido y buscado por amplios sectores de la población.

Escribir al DR. Mauro Hoy

Esta euforia sexual contrasta con el relato cotidiano de muchas parejas. Esa expectativa parece disolverse cuando se yace en la cama. Grandes porcentajes de la población observan cómo el sexo no era lo que esperaban. La desilusión se apodera de muchas y muchas parejas, que ven desvanecerse las promesas sexuales.

Es entendible que la sexualidad en nuestra cultura genere tanto desconcierto, porque, ante todo, el deleite sexual requiere como premisa fundamental la salud sexual. Según indican los estudios, probablemente el 75 % de las parejas enfrentan o han enfrentado problemas con el rendimiento sexual, y esto frustra el goce compartido. Entendámoslo: un hombre que padece de eyaculación precoz, por ejemplo, en un encuentro íntimo lucha contra el desconsuelo y hasta con la vergüenza por su mal desempeño. Si termina tan rápido que no le da tiempo a su pareja de disfrutar, es comprensible que tanto él como ella se sientan desilusionados sexualmente. 

De igual manera, si el varón tiene fallas en la erección, empieza la relación bajo la sombra del temor de no conseguir o de no mantener la firmeza necesaria. Muchos se apuran a eyacular para no pasar por la pena de no poder terminar por haber perdido la erección. Algunos sienten cómo el pene se afloja y se pone tan suave que ya no es posible continuar con la relación sexual. Por supuesto, en estas circunstancias el disfrute de ambos queda pendiente.

Lo mismo sucede en el lado femenino. Cuando una mujer no lubrica lo suficiente o está seca a lo largo de todo el acto sexual, no logra disfrutar, porque cada penetración resulta dolorosa, tanto para ella como para él. Así, el acto sexual se torna en un calvario, en vez de una complacencia.

De igual modo, la mujer que ha perdido el apetito sexual, que ante cualquier iniciativa del varón responde con excusas y pretextos, y cuando accede lo hace con desgano, desalienta a su pareja y sufre con cada encuentro íntimo. Y qué decir de aquellas que, con todas las ganas del mundo tienen relaciones sexuales pero, a pesar de los reiterativos intentos, no alcanzan el orgasmo. Con el tiempo afloran la frustración, el enfado o la tristeza, pues ese desánimo sexual va restando las ganas de tener relaciones. 

Lo mismo ocurre cuando las relaciones se vuelven dolorosas, sea para el hombre o para la mujer. El dolor es enemigo de la sexualidad y, como tal, impide las relaciones fluidas y placenteras y hace desaparecer las ansias sexuales.
Todos estos panoramas sombríos antes no tenían solución. Era común que las parejas se acostumbraran a vivir con un mal desempeño sexual en el nombre del amor. Otras se separaban y algunas se llevaban la sorpresa de que, con la siguiente pareja, el panorama era similar o peor. En la actualidad, contamos con tratamientos que nos permiten resolver la inmensa mayoría de esos problemas sexuales, para que las parejas disfruten a sus anchas la vida sexual.

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