Soy un hombre casado de 47 años. Mi mujer nunca quiere tener relaciones, tengo que convencerla, y a pesar de que la acaricio, la coqueteo, la mayoría de las veces me dice que no. Creo que si acaso tenemos relaciones una vez al mes. Hace poco escuché un chiste de un hombre que decía que “tenía relaciones casi todos los días, casi el lunes, casi el martes, casi el miércoles…”, así me pasa a mí. Me hizo mucha gracia, pero luego me puse triste.

Son muchas las parejas que se van acostumbrando a no tener relaciones. Sin embargo, las dinámicas suelen ser variadas. Están aquellas que se alejan sexualmente sin que ninguno de los dos tome la iniciativa, y aunque en la vida cotidiana interactúan armónicamente el plano sexual pasa al olvido.

En otras la negativa surge por parte de él o de ella, y la otra persona, aunque tiene deseos se cansa de pedir y se resigna a una vida sin sexo. En otros casos, como en este, un miembro de la pareja trata constantemente de propiciar los encuentros íntimos y es tanta su insistencia que a veces, pero solo a veces, lo logra.

Desde luego, esto es desmotivante, porque las insistencias son diarias, pero la relaciones esporádicas. Sin embargo, muchas de estas parejas viven toda su vida marital bajo este patrón, sin darse cuenta de que se están privando de los enormes beneficios que aporta la sexualidad, tanto al varón como a la mujer.

Muchos creen que la negativa a tener relaciones sexuales es una elección como un acto voluntario, que no se quiere y punto, cuando en realidad suele ser el producto de un problema de fondo casi siempre de tipo físico, de tal forma que cuando lo tratamos estas renuencias se desvanecen y las parejas pueden gozar de una vida sexual plena, de ahí la importancia de consultar.