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¿Qué importancia tiene el pequeño detalle en la salud mental?

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¿Qué importancia tiene el pequeño detalle en la salud mental?

Dr. Winston Villamar PhD.

Médico Psiquiatra

Escribir al DR. Mauro Hoy

 

¿Qué importancia tiene el "pequeño detalle" en la salud mental?

¿Será posible afirmar, sin temor a equivocarnos, que es probable que la mayoría de los lectores de este Boletín, alguna vez hayan oído el tango de Le Pera y Gardel, "Por una cabeza" (1935)? Es probable; ellos van a recordar el pequeño detalle de: "Por una cabeza/ de un noble potrillo/ que justo en la raya/ afloja al llegar/ y que al regresar/ parece decir:/ No olvidés, hermano,/ vos sabés, no hay que jugar".

El pequeño detalle, del que la historia de la humanidad es tan rica para ilustrar las circunstancialidades. Cómo no recordar que una ligera mueca hace de la Gioconda (1506) de Leonardo da Vinci, el signo enigmático de algo; o el anillo sobre la baranda de Match Point (2005) de Woody Allen, para entender el argumento; o el número 2 de la fórmula de la teoría de la relatividad (1916) de Einstein, para poder descifrar el que la energía es igual a la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz (E = mc2). O el abismo posible entre el si (condicional) del sí (afirmativo) cuando el novio le pide a la novia su respuesta ante la propuesta de matrimonio. O la banalidad de un detalle pequeño que ocupa grandes espacios en los medios, alrededor del mundo, como el que la policía busca sin éxito al gato de la novia de Hugo Grant.

Esta mezcolanza de ejemplos no nos deberían de llevar a una crítica de intención de "minimalismo" (término que, contrariamente a lo que la RAE sugiere, no solamente es aplicable al arte sino a cualquier forma de expresión que reduce todo a lo esencial o básico) pues está lejos de cualquier intención simplista o detallista. Más bien, en la posición opuesta, creemos que en salud mental existe un "pequeño detalle", fundamental, como el mensaje a no jugar (pero seguirá jugando), la sonrisa en una pintura (pero seguirá siendo enigmática), o el "al cuadrado" de Einsten (para seguir proponiendo que es difícil entenderlo), ni qué decir de que el novio preferiría que la novia le conteste por escrito (para entender mejor la respuesta), o si realmente vale la pena gastar una línea mundial por el gato de alguien.


El "pequeño detalle" en salud mental, como lo vemos, podría ser equivalente, quizás, a esas décimas de segundo que, se dice, tenemos, para prevenir un accidente automovilístico. Es cuando una idea viene, y no nos damos cuenta que se va transformando en recurrente, para luego quedarse como fija, y luego agregando la ansiedad, como obsesiva, y finalmente, como centro de nuestro universo para que nos declaren paranoicos. O ese breve sentimiento que viene, y no nos damos cuenta que es sugerente, para luego pasar a excitante, y sigue, por no darnos cuenta, hasta hacerse dominante y, finalmente, llegar a pasión. O ese pequeño artilugio conductual, que se transforma en hábito inducido, para pasar a hábito permanente, hasta llegar a la compulsión febril e irreversible.


El "pequeño detalle" en salud mental, entonces, sería la capacidad para reaccionar ante los estímulos, internos (de nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes) o externos (orgánicos y sociales), para entender el mensaje de dicho estímulo, fijándonos en el elemento significativo, para discernir por dónde va el criterio de realidad, despojándonos del temor a lo aparentemente oscuro, resolviendo dubitaciones, y desechando banalidades. Así, entonces, podríamos, con una obvia salud mental, decirle a la vida, que "ahí está el detalle".


Atentamente,
Dr. Winston Villamar.


Un pensamiento:

 

"Prefiero declararme feliz con las pequeñas cosas de la existencia que infeliz y poseyendo lo que algunos nos venden como las grandes cosas de la vida".


SECCION PREGUNTAS
(La invitación es a enviar sus preguntas, una por vez, en no más de dos líneas)

En relación al boletín anterior ("¿Cuál es el papel de la regresión al servicio del yo en la salud mental?"), el lector SSC nos escribe:


"Aún cuando su artículo no dice nada respecto de la forma clínica en que se puede implementar o concretar la regresión; es decir, uno podría pensar que para tener el acceso a estos "niveles pueriles", podrían ser válidas diferentes maneras como son: la relajación, hipnosis, meditación, yoga, tai chi, etc. Desde su perspectiva ¿Es posible con una terapia de regresión, permitir que un paciente recuerde y reviva situaciones, vivencias, traumas olvidados de tiempos pasados de la vida o de "vidas anteriores" que se encuentran guardados en el inconsciente?


Respuesta: En el breve artículo del Boletín al que hace referencia, cuando hablamos de regresión al servicio del yo no es más que el tomar actitudes lúdicas para relajarse y mejorar nuestra salud mental, y en el mismo artículo lo diferenciábamos de la puerilidad, la que vendría a ser equivalente a tomar actitudes infantiles cuando deberíamos de tomar actitudes de adultos. En relación a la pregunta, para volver a recuerdos infantiles, a veces se necesita solamente una conversación en estado de lucidez para atraer, de la memoria, los recuerdos, buenos o malos (recuerde que nada olvidamos, solamente guardamos, en los distintos niveles de conservación de experiencias). Este tipo de regresión lo puede hacer un médico con formación psiquiátrica, un psicólogo, una persona con capacidad perceptiva e intuitiva, pero también hay propuestas desde otros campos sobre las que yo no podría opinar aquí porque implicaría la necesidad de mayor espacio para la argumentación. Pero algo que sí podría referir como posición personal es que no creo en las "vidas anteriores" de una persona sino en las anterioridades en la misma vida de la persona (es decir, en su actual ciclo de historia de vida).


El lector E.T., doctor y psiquiatra, nos pregunta si nuestra orientación en Mentalsanitas tiene alguna relación con la postura técnica y teórica de Thomas Szasz.
Respuesta: Realmente no, puesto que para nosotros la enfermedad mental no es una metáfora, como sugiere Szasz, aunque sí estamos parcialmente de acuerdo con él en que los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas que estigmatizan al paciente (digo parcialmente, porque generalmente creemos se da este caso, pero no siempre). Cuando Cooper, Laing, Basaglia y un número representativo de psiquiatras adoptan la antipsiquiatría, en parte inspirados por su obra magna, "El mito de la enfermedad mental" (1961), creemos que se fue a un extremo en la consideración del desajuste en la salud mental. El problema, desde nuestro punto de vista, se da en cómo se maneja el caso individual de cada ser humano; por eso no usamos el término paciente sino persona, para cualquiera que busque terapia con nosotros. Así, por ejemplo, quisiera contar un caso que puede ilustrar nuestra posición: llega una persona que lleva tomando por diez años medicina en función de un diagnóstico de depresión, pero durante la exploración psicológica se descubre que lo que tiene es una mala orientación de su riqueza emocional, lo cual se ratifica en el proceso de la psicoterapia, con lo que finalmente deja de consumir el medicamento y se reintegra a la vida normal con una mejor y más sostenible administración de sus emociones. Esto, sin embargo, no nos debería de llevar, según nuestra opinión, a descartar la depresión como un posible caso clínico en otra persona con problemas en su área afectiva. En otras palabras, siempre dependerá de la persona que consulte. Así mismo, y fuera de todo chauvinismo, la intención en Mentalsanistas es la de proponer algo que venga desde nuestra propia matriz sociocultural latinoamericana. Szasz, médico psiquiatra y psiconalista húngaro, que finalmente se radicó en USA, responde a su contexto, y como pensador crítico, universaliza su respuesta; nosotros, reconociendo su aporte, junto con el de otros muy distinguidos profesionales en el campo de la salud mental, intentamos buscar nuestras propias respuestas, no por ni para exclusión, sino por y para coparticipación.


REVISION DE OBRAS

Justamente, la sugerencia en este número del Boletín, es el libro de Thomas Szasz, El mito de la enfermedad mental, considerándolo como una muy buena lectura crítica a los sistemas de comercialización de la psiquiatría, evidente en la profusión de uso de los psicofármacos, las clínicas psiquiatras, y la alienación de quien sea diagnosticado con alguna de las categorías psiquiátricas impuestas por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la poderosa APA (Asociación Psiquiátrica Americana). Esta sugerencia va acompañada de otra: que si usted se decide a leerlo, tenga en cuenta el hecho de la ideología tras dichas críticas.

 

 

 


 

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