Soy una mujer casada de 34 años. Hace tres meses me di cuenta de que mi esposo me daba vuelta con una compañera de trabajo. Para mí fue muy doloroso porque ella era amiga mía. Ahora estamos reconciliándonos, pero como él siempre ha sido muy celoso, ahora me pregunta casi a diario que si yo le he dado vuelta. Yo le digo que no pero él no me cree, y ahora se puso peor de los celos, o sea tras de que debe, cobra.

En nuestra sociedad los celos tienen diversas dimensiones, por un lado, consideramos que es una reacción normal sentirlos en ciertas situaciones en las que hay una clara amenaza de perder el amor y el cariño del ser querido.

Sin embargo, en muchas otras ocasiones, los celos se desencadenan sin que exista realmente esa amenaza. Así las personas inseguras, desconfiadas, o inmaduras ven en situaciones cotidianas comunes y corrientes, riesgos de perder a la pareja. Como se entenderá estos celos son enfermizos y generan una fuerte angustia en ambos miembros de la pareja.

En otras condiciones, los celos se despiertan de una forma algo paradójica en el sentido que los experimenta precisamente la pareja que ha sido infiel. Bajo un razonamiento mórbido piensa “si yo fui capaz de ser infiel, mi pareja también puede serlo” y por ende, constantemente está supervisando cada detalle de la vida del ser amado, generándole una sensación de ahogo y malestar.

El agravante gira en torno a que los celos rara vez se apaciguan de manera espontánea, más bien aumentan con el tiempo volviéndose insoportables y es común además, que surja la violencia psicológica y hasta la violencia física. Por eso, cuando uno o ambos miembros de la pareja experimenta estos celos anómalos deben buscar ayuda cuanto antes.