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QUIERE QUE DUERMA CON LA FAMILIA

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QUIERE QUE DUERMA CON LA FAMILIA

 

Soy una mujer casada de 25 años. Nos casamos hace seis meses y en esta Semana Santa mi esposo me dijo que íbamos a la playa. Me sentí muy alegre porque sería un relax y una forma de compenetrarnos más sexualmente. Pero el viaje es con la familia, a compartir una cabina. Ponen colchones en el suelo y todos duermen en un solo cuarto. Él dice que es una tradición pero yo apenas los conozco y no quiero ir.

 

Escribir al DR. Mauro Hoy

A veces se olvida que el convivio con suegros y cuñados es un asunto delicado, en el sentido que en menor o mayor medida la pareja es una persona ajena a la dinámica familiar.

Aquellas vivencias íntimas tienen que ser introducidas gradualmente, de lo contrario se corre el riesgo de que tanto la familia como la pareja, sientan cierta incomodidad que puede atentar contra la diversión y la fluidez de la interacción.

De igual manera, aspectos tan privados como el uso del baño, dormir juntos, la utilización del servicio, son actividades que difícilmente se pueden compartir de buenas a primeras con terceros. En este escenario más que vacaciones, los días santos se pueden convertir en un verdadero martirio y puede generar roces, tanto dentro de la pareja como con la familia.

Como en toda nueva interacción, con algunas personas de la familia la pareja tendrá más empatía, con otras puede que resulte más difícil y, con algunos puede que no se dé esa química necesaria para el buen convivio. 

Probablemente, es mejor en estos casos, acompañar a la familia pero alquilar una cabina solo para la pareja, lo cual permitirá una interacción gradual y progresiva que permita valorar el grado de empatía entre la pareja y los diversos miembros de la familia.

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