Soy una mujer casada de 47 años. Vivimos en San José, pero mi esposo trabaja en Guanacaste. Hace dos meses tuvo un accidente y lo internaron varios días, así que estuve varios días en la casa de Guanacaste. Mi sorpresa fue que me encontré en una caja una muñeca sexual. Al inicio me dio mucha risa, luego me puse a pensar si tendrá algún problema, o si lo hace para no ser infiel. Pero no me animo a tocarle el tema.

El gusto sexual por objetos que representan la figura humana se ha documentado desde las primeras civilizaciones. Inicialmente esta inclinación se mostraba hacia las estatuas y otro tipo de esculturas, siendo tan popular que varias obras literarias como las clásicas de Ovidio desarrollaron el tema con notable reconocimiento. 

Particularmente las muñecas sexuales hacen su aparición a principios del siglo anterior y se conocían como damas de viaje. Eran usadas en largas travesías, en las que no viajaban mujeres. Por eso marinos y soldados las hicieron populares en su tiempo.

Además de esos estados de necesidad, algunas personas sienten una fuerte atracción por estas muñecas y las utilizan para generar excitación, para masturbarse y también para tener relaciones sexuales. Hoy se considera un gusto más de los que depara la vida sexual y no se relaciona con problemas mentales, emocionales o sexuales, ni tampoco con una inclinación para delinquir sexualmente.

Al igual que con muchos otros gustos sexuales, solo un pequeño porcentaje de la población encuentra excitante estas muñecas. La mayoría, por el contrario, le cuesta entender este tipo de atracción y por eso socialmente suelen ser más utilizadas como objetos graciosos, para bromas y jocosidades.