Soy un hombre soltero de 25 años. Hace tres meses conocí a una compañera de trabajo que tiene 36 años. Ella es divorciada, tiene dos hijos y los dos nos hemos enamorado locamente. A mí, ella me gusta mucho y en la cama creo que es una mujer con mucha experiencia. Hace unos días me dijo que a le gustaría hacer “bondage” conmigo. Yo no sabía ni qué era eso, pero leí que es eso de amarrarse. Me queda la duda si estas prácticas son peligrosas.

El “bondage” es una práctica ancestral en materia sexual. Los teóricos de la historia sexual hablan de diversos orígenes, que probablemente daten del mismo principio de la civilización. Desde luego, ha habido momentos de la historia en que algunas culturas se vuelven más afines a este tipo de práctica.

Recordemos que, aunque existen múltiples variantes, el punto que las define es la inmovilización de la pareja. La parte del cuerpo que más se tiende a inmovilizar son las manos, utilizando cuerdas, cadenas, lazos, hasta esposas y grilletes, aunque pueden atarse otras partes del cuerpo. El vendar los ojos, suele ser un complemento usado con frecuencia. Todo se realiza evitando cualquier daño físico.

Recientemente el “bondage” ha tenido una enorme difusión a través de los diversos medios, como películas, libros y múltiples sitios en internet, situación que puede crear falsas expectativas.
Debemos comprender que no todas las parejas encuentran placenteras estas prácticas y en muchos casos, en vez de la excitación y el morbo esperado suelen generar una sensación de temor, angustia o rechazo. Por eso, es común que muchas personas prefieran abstenerse de estos particulares placeres, negativa que debe respetarse sin reparo.