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CUANDO LAS COLEGIALES CRECEN.

LA PUBERTAD FEMENINA

Un cuerpo cambiante

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LA PUBERTAD FEMENINA

La pubertad es un concepto eminentemente físico. Se refiere a la etapa de la vida en la que los órganos sexuales se desarrollan, aparecen los caracteres sexuales secundarios y se adquiere la capacidad de tener hijos. Es la primera fase de la adolescencia y el primer paso de la transformación de la infancia a la edad adulta.

Escribir al DR. Mauro Hoy

La niña enfrenta los cambios físicos con expectación y con temor. Aun cuando estos ocurran normalmente, siempre existe la incertidumbre sobre cómo se conformará el nuevo cuerpo. Estos cuestionamientos inundan tanto la mente de la menor como la del resto de la familia. De ahí la enorme importancia de que los padres se informen y la preparen mental, social y sicológicamente.

El primer cambio es la estatura. La niña deja el crecimiento paulatino y gradual y, en pocos meses, aumenta varios centímetros. En términos populares, se habla de que “la niña se estiró”. 

Luego comienza una serie de modificaciones corporales que van perfilando el cuerpo de la niña. La telarca, o inicio del desarrollo mamario, suele ser el segundo cambio corporal evidente. Al inicio es solo un pequeño abultamiento, el cual gradualmente dará paso al seno de la mujer adulta. Es común que solo uno de los senos empiece el desarrollo y unos meses más tarde el otro.  

Después o de manera concomitante sucede la pubarca, que es la aparición del vello púbico. Al principio es escaso, y conforme pasan los años adquiere las características típicas. La pubarca y la telarca ocurren usualmente seis meses antes de la menarca, que es la primera menstruación.

La primera regla es un evento trascendental en la vida de toda mujer. Puede presentarse un sangrado escaso, breve e indoloro, que pasaría inadvertido si no fuera por su color evidente; o un sangrado intenso, doloroso y prolongado, el cual muchas veces requiere la valoración médica. 

Durante el primer año, el patrón menstrual puede variar de forma considerable: algunas mujeres sangran varias veces al mes; otras pasan varios meses sin sangrar y otras menstrúan normalmente mes a mes. Esas variaciones son normales en el tanto la regla no sea tan abundante que provoque desmayos, descomposiciones, cuadros de anemia o dolores incapacitantes.

Hoy la pubertad ocurre en promedio a la edad de diez años. Esto implica que la educación acerca de estos cambios físicos y en especial sobre la menstruación debe impartirse, tanto en el hogar como en la escuela, con anticipación y ojalá desde las etapas iniciales de la vida, como en el nivel preescolar, para que los niños estén familiarizados con todos estos cambios.

Del párrafo anterior se deduce que no solo se debe preparar a las niñas, sino que es crucial impartir una educación vivencial a niños y niñas, para que comprendan de manera integral los fenómenos puberales de ambos sexos.
En nuestra cultura, porcentajes importantes de la población siguen relatando experiencias nefastas con la primera menstruación: unas niñas creyeron que se habían cortado o que tenían una enfermedad; otras pasaron la vergüenza de un sangrado inesperado que manchó su ropa y se hizo evidente. Lamentablemente, estos escenarios son comunes aun en la actualidad.

Recordemos que la regla no es el único evento que sucede en la adolescencia. Debemos preparar a las niñas para que vean como natural, normal y deseable que el cuerpo experimente todos esos cambios propios del inicio del camino hacia el estado adulto.

El aumento de la estatura, el vello sexual, los cambios de voz, el desarrollo mamario, los cambios en la silueta son factores que debemos vigilar en nuestros adolescentes, para tener la certeza de que todo está transcurriendo con normalidad.

Si una mujer no ha iniciado su desarrollo físico a los trece años, o ya desarrolló pero no ha menstruado a los quince años, amerita una valoración profesional, porque probablemente tiene un problema hormonal. De igual modo, si los cambios puberales ocurren antes de los ocho años, es fundamental la consulta médica.

Para tranquilidad de los padres, la mayoría de los casos de pubertad temprana o pubertad tardía son producto de variaciones normales del crecimiento y no de enfermedades  propiamente dichas. Sin embargo, es necesario brindar apoyo a la menor, porque suele sentirse marginada, acomplejada y discriminada por sus compañeros, ya sea porque desarrolló muy temprano o porque no ha desarrollado a ciertas edades. 

A veces los padres se sorprenden cuando mencionamos que, desde los primeros cambios puberales, la posibilidad de un embarazo está presente. Se tiene la idea de que niñas tan pequeñas, de diez o doce años, no se pueden embarazar. Con la pubertad arrancan los fenómenos de ovulación, lo cual explica los embarazos en niñas escolares, situación que denominamos como síndrome de la niña madre. Este aspecto se debe tener en cuenta cuando hablamos de la pubertad femenina.

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