Es claro que la sexualidad, como cualquier otra actividad, está propensa a accidentes. Sin embargo,  por tratarse del área sexual, la mayoría de las personas temen consultar por temor, vergüenza y hasta por desconocimiento.

El síndrome del preservativo fantasma, sucede cuando una vez terminado el acto sexual, la pareja se percata que el condón ha desaparecido. Inicialmente esto genera jocosidad, ya que tienen la certeza que aparecerá entre las ropas de cama o en un rincón del cuarto.

La duda se apodera de los amantes, cuando al día siguiente y a pesar de la búsqueda minuciosa, el condón no aparece. Algunos apelan a la tranquilidad y apuestan a que posiblemente y debido a las tareas de limpieza diaria, se fue en  la basura.

Otros afortunadamente se preocupan y optan por introducir los dedos a nivel vaginal, para ver si se quedó atorado en las entrañas femeninas. Esta maniobra a veces tiene éxito y la calma retorna. Pero es frecuente que esta revisión superficial no dé resultados y el enigma continúe.

A los días, la mujer comienza a experimentar un cuadro infeccioso vaginal caracterizado por secreciones vaginales, abundantes y mal olientes. En algunos casos puede acompañarse de fiebre, mal estado general, cansancio y hasta dificultades para orinar; síntomas que obligan a la mujer a acudir al médico.

La gran sorpresa para estas parejas, es que el causante de esta infección es el preservativo, que se había alojado en la parte más profunda de la cavidad vaginal, donde no podía ser descubierto en una inspección superficial como la que suelen hacer las parejas.

Para el médico, el diagnóstico es elemental. Con un simple espéculo abre la cavidad vaginal y retira el condón. Este, por ser un cuerpo extraño,  genera una reacción corporal de inflamación e infección, que cede al retirarlo y que a veces amerita el uso de antibióticos.

Esta entidad es relativamente común y se pueden evitar estos contratiempos acudiendo al servicio de emergencias cuando el condón desaparece después del acto sexual.