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¿Hasta dónde ayuda ser el mejor en la salud mental?

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¿Hasta dónde ayuda ser el mejor en la salud mental?
Escribir al DR. Mauro Hoy

 

BOLETIN DE SALUD MENTAL
Un servicio de Mentalsanitas ®
Director: Dr. Winston Villamar, Ph. D.
Enero de 2008

¿Hasta dónde ayuda ser el mejor en la salud mental?


Cuenta la antropóloga cultural Margaret Mead que ella y su equipo llegaron a un lugar donde quisieron incentivar el espíritu de competencia, y ofrecieron un premio a quien llegara primero en una carrera a pie; su sorpresa fue grande cuando descubrieron que por más que intentaban, no podían hacerles entender esta idea; hasta que, con el correr del tiempo, otros vinieron y les vendieron la idea del premio para el mejor. En la historia del Cristianismo, al principio todos eran iguales, hasta que vino una ola de persecución y en el reagrupamiento se organizó la jerarquía.

Estas dos ilustraciones tienen que ver con un aspecto clínico que lo veo más y más preponderantemente en la consulta: la separación entre los ganadores y los perdedores. Como todos, por tendencia general, tendemos a ser misioneros de alguna idea, ésta, la de quien gana y quien pierde comienza para la época contemporánea, especialmente, al final de la Edad Media, con la instalación de la moda en Europa, para revelar al mejor en la sociedad, a la que luego le sigue una serie de mitos como el del "sueño americano", la idea de países, culturas o sociedades "desarrolladas", el modelo japonés, el pensamiento alemán, etc., etc. Lo interesante, en relación a la salud mental en ciertos países (especialmente de Latinoamérica, África y ciertas regiones de Asia) es que siempre los "mejores" no están en estas regiones, por lo que, como consecuencia obvia, siempre estarán entre los "peores", es decir, haciendo equivalencias, entre los "perdedores".

Las consecuencias en función de la salud mental son tan graves que, en función de espacio, anoto solamente algunas de ellas:

1) Buscar imitar el estilo de vida de estas sociedades, dentro del mito de que son mejores (pregunto: ¿tienen mejor salud mental los europeos con su vacío existencial, los norteaamericanos con su violencia consumista, los japoneses con su estrés permanente?

2) Adoptar los cánones del ser ganador, dentro del mito de que quien gana tendrá como premio el reconocimiento social con todas las ventajas que este puede ofrecer (pregunto: ¿tienen mejor salud mental los ejecutivos top, las estrellas de Hollywood?

3) Introyectar en el inconsciente colectivo la utopía de la tierra prometida en este tiempo, mediante la falacia de presentar siempre lo mejor de los que se presentan como mejores y lo peor de los que ellos presentan como los peores (pregunto: ¿es verdad que solamente en una ciudad latinoamericana hay barrios sucios y de alcohólicos, y que estos no se presentan en ciudades europeas o estadounidenses?).

Con situaciones así, la idea del mejor y del peor conlleva un metalenguaje: imítame, con lo que el manipulador se asegura ser siempre el modelo de lo que significa ser el triunfador, y el perdedor siempre estará a la saga.

Al lector de este breve artículo tengo que referirle, complementariamente, que el objetivo de estas breves observaciones no es entrar en un debate ideológico, tampoco el de estigmatizar lo bueno que hay en sociedades como las occidentales y orientales, sino invitarle, sin caer en el sincretismo falaz, a una autocrítica en relación a su salud mental personal, dada especialmente por el reconocimiento de estilos de vida que son provechosos en la medida que son integradores, dentro de un espíritu de promoción de la verdadera realidad de ser mejores, dada en la propia entelequia (vista ésta aristotelianamente) que se define en la experiencia de las mejores personas, aquellas que no saben que lo son, pero que lo sienten y lo viven.
Atentamente,


Dr. Winston Villamar.


Un pensamiento:

 

"El que se mantiene siempre bajo la obsesión de ser el mejor estará siempre desaprovechando lo mejor que tiene".

 

SECCION PREGUNTAS

(La invitación es a enviar sus preguntas, una por vez, en no más de dos líneas. De los lectores que nos escriben, ponemos solamente sus iniciales, en función de la privacidad)

En relación al boletín anterior ("¿Existe la gracia de dar gracias en la salud mental?"), S.S.C. nos envió la siguiente pregunta:

"Dos consultas:

1.- Si la intencionalidad básica al nacer es buscar la felicidad, ¿es posible conseguirla?; ¿por qué pareciera ser que la humanidad en su conjunto no lo lograse? ¿Qué debemos entender por felicidad en el contexto de salud mental?

2.- ¿Su sugerencia es que se intente encontrar un motivo para decir "gracias" incluso en experiencias que puedan traer gran sufrimiento?"

Respuesta:


En relación a la pregunta 1, creo que es posible conseguir una felicidad relativa dentro de la vida cotidiana y, en ciertos momentos especiales, incluso la felicidad como experiencia absoluta. El que pareciera que la humanidad en su conjunto no lo puede lograr, creo que es porque la felicidad no es una experiencia social sino personal (aunque con la opción a ser compartida). En el contexto de salud mental, la felicidad tiene que ver, según lo que yo percibo como profesional en la materia: libertad del miedo, identificación con un valor trascendental, aceptación de la relatividad de la vida y un discurso coherente con la proyección como persona.

En relación a la pregunta 2, su interpretación de la intención del boletín sobre la gracia de dar gracias es correcta: la intención es de decir "gracias" incluso en experiencias que nos traigan sufrimiento, porque al hacerlo nos permitirá ubicarnos en un escorzo desde el cual podremos percibir opciones para reordenar nuestra existencia no destructivamente. Obviamente que en este caso, decir gracias no significará declarar felicidad (porque eso sería masoquismo) sino disposición a ver más allá del sufrimiento, dentro de un esclarecimiento de nuestra voluntad de ser.


REVISION DE OBRAS


La obra sugerida en relación a este tema es la escrita por W. Somerset Maugham, "El filo de la navaja", novela psicológica, donde la sugerencia es que se fije desde el inicio en los perfiles de Elliot y Larry, pero también de la proyección de Maugham quien, dentro del recurso lícito del narrador omnipresente, revela su idea personal de lo que es ser el mejor.

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