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EL PRIMERO DE MAYO EN CUARENTENA

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EL PRIMERO DE MAYO EN CUARENTENA

Para el DÍA DEL TRABAJADOR siempre nos gusta resaltar que, aunque muchos ven este día como un feriado más, en realidad es una conmemoración y no una festividad. Es decir, en esta fecha no celebramos, recordamos luchas, gestas y proezas que afortunadamente para la humanidad, para usted y para mí, concluyeron, a la larga, con una victoria perenne. 

Escribir al DR. Mauro Hoy

Antes se trabajaba más de dieciséis horas diarias, de lunes a lunes, y a veces el salario no alcanzaba “literalmente para comer”, no existían las vacaciones, no había incapacidades, no había salud ocupacional, no había jubilaciones ni pensiones, no había nada de lo que hoy creemos que siempre existió.

En esas épocas, los hombres de pelo en pecho ganaban un mísero salario, pero las mujeres que hacían las mismas faenas, cuando tenían suerte, ganaban menos de la mitad. El trabajo infantil era la norma y esos pequeños ganaban auténticas miserias.  Las condiciones laborales eran precarias, se trabajaba en minas, fábricas e hilares con despliegues físicos inhumanos, que lisiaban rápidamente al trabajador.

El PRIMERO DE MAYO recuerda a los héroes de Chicago, aquel puñado de trabajadores honestos que fueron sentenciados a muerte bajo cargos falsos por liderar los movimientos que luchaban para que la jornada laboral fuera de ocho horas y no de doce, catorce ni de dieciséis horas.

Siempre resulta grato recordar algunas de aquellas pancartas, hechas a mano, que adornaban las manifestaciones y que decían: “Queremos ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar y ocho horas para ver las flores”.

Tal vez sorprenda, pero es en aquella gesta de Chicago donde surge el tiempo para el amor. Cuando se trabajan jornadas de catorce o más horas diarias en condiciones infrahumanas no hay tiempo para nada. La sexualidad se convierte en algo apresurado, en una descarga, en un placer efímero, casi siempre masculino y casi siempre minúsculo. En la historia, contar con tiempo para el amor siempre fue un lujo de dandis y barones, reyes y aristócratas, de pudientes y acaudalados.

Cuando se reduce la jornada laboral a ocho horas, el amor encuentra su tiempo, el reloj le abre las puertas a la sexualidad, a la ternura, al cariño y por vez primera las parejas pueden y tienen tiempo para explorar los manjares de la sexualidad.

Así que el PRIMERO DE MAYO es el verdadero día del amor, adicionalmente es el día de la salud, hoy tenemos tiempo para hacer ejercicio, el día de la familia, hoy tenemos tiempo para compartir con los hijos, los padres, y la familia.

Es además el día de la amistad, hoy tenemos tiempo para divertirse con los cercanos, es el día de la prosperidad hoy tenemos tiempo para trabajar extras, hacernos de unos “cincos de más”, o “poner un negocito”.  Es claro, EL DÍA DEL TRABAJADOR, es el día en que por primera vez pudimos tener tiempo para todo lo que no fuera trabajo, y como se decía “para ver las flores”, es decir, para explotar todas nuestras potencialidades y aptitudes más allá de las faenas laborales.

Por eso somos una generación afortunada. A diferencia de otros momentos históricos, hoy solo trabajamos ocho horas diarias, y el resto del tiempo es nuestro. No es como dicen algunos que no tenemos tiempo, lo que sucede es que hoy abundan las diversiones y los pasatiempos que sin darnos cuenta consumen buena parte de ese tiempo libre ideado y pensado para el crecimiento personal, para el amor, la familia y la salud.

Hoy que la PANDEMIA nos ha dejado temporalmente en casa, que muchos añoramos el trabajo, podemos comprender la grandeza de ganarse el pan nuestro de cada día con el sudor de la frente. Pero también hoy la PANDEMIA nos ha dejado una enorme lección, por fin entendimos la maravilla de contar con un trabajito digno y justo y la maravilla que representa tener las garantías sociales y las instituciones que nos heredaron nuestros próceres.

 

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