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COITO NO CONSUMADO

NO HE PODIDO TENER RELACIONES, SIENTO QUE NO ENTRA Y ME DUELE

Cuando ella no puede ser penetrada

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NO HE PODIDO TENER RELACIONES, SIENTO QUE NO ENTRA Y ME DUELE

Una de las mayores frustraciones que pueden enfrentar las parejas es la incapacidad para consumar el acto sexual. Es decir, a pesar del deseo compartido, de la firmeza de la erección, de la adecuada lubricación vaginal y de los intentos repetitivos, el pene no lograr introducirse en el orificio vaginal e ingresar totalmente en la cavidad vaginal. 

Escribir al DR. Mauro Hoy

Los posibles escenarios varían, desde los intentos que resultan indoloros y permiten una penetración parcial, hasta aquellos en los que la penetración es inútil y laboriosa y provoca, ya sea que se pierda la erección, que desaparezca la lubricación o que aflore el dolor. Estas situaciones dan por terminados los encuentros sexuales. 

Durante mucho tiempo, se consideró que la incapacidad de una mujer para ser penetrada obedecía mayoritariamente a motivos sicológicos. Se hablaba de antecedentes sexuales traumáticos, de problemas de personalidad y de una enorme gama de alteraciones emocionales y mentales. 

En los últimos años se ha documentado que, en la mayoría de los casos, se debe a ciertas alteraciones de la vagina, las cuales impiden físicamente la penetración. Por eso los intentos forzados, además de infructuosos, ocasionan dolor y reticencia, por parte de la mujer, a seguir intentándolo.

Aunque este problema lo pueden originar múltiples alteraciones vaginales, usualmente son dos las causas principales: por un lado el himen fibroso, un himen constituido por tejidos muy ricos en colágeno, por lo cual no se rompe con la penetración; y, por otro, un orificio vaginal fimótico, es decir, cuando la parte más externa de la vagina, el orificio vaginal, es muy pequeño o no tiene la elasticidad requerida para estirarse con la penetración. 
Ambas condiciones son dolorosas y producen una sensación como si la piel se rompiera, asociada a un ardor doloroso con cada intento de penetración. 

Resulta sorprendente, pero muchas parejas pasan años procurando conseguir la penetración y, al cabo del tiempo, se acostumbran al problema y buscan formas alternas de gratificación sexual. Otros se enfrascan en discusiones y alegatos, creyendo que todo se debe a la negativa de la mujer o a la impericia del hombre. 
Algunas de estas parejas terminan separándose bajo un manto de resentimiento y malestar. Otras buscan consejos coloquiales, que recomiendan técnicas de relajación, lubricantes y un sinfín de opciones, que causan más confusión y amargura y retrasan la verdadera solución: consultar.

Estas condiciones son muy frecuentes y, cuando obedecen a un himen fibroso, se diagnostican con facilidad. Lamentablemente, si el origen es un anillo vaginal fimótico, suele pasar inadvertido en los exámenes ginecológicos.
La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, el problema se resuelve con una simple cirugía, sobre todo cuando la paciente acude en los primeros seis meses de presentar las molestias. 

Cuando la consulta se retrasa, es común que, además, se requiera ayuda sicológica para ambos miembros de la pareja, con el fin de superar el desconcierto y la frustración generados por la experiencia de no poder tener relaciones sexuales.

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