PREGUNTAS COTIDIANAS
MI ESPOSO ES UN AMARGADO EN NAVIDAD
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Soy una mujer casada de 24 años. Desde pequeña las navidades para mi son lo mejor del año. Me encanta el árbol, las luces, el portal, y todos los detalles de esta época. El problema es que mi esposo no le gusta nada de eso. Al inicio de la relación medio participaba, pero en los últimos años solo criticarme y dice que es una gastadera de plata innecesaria. El tiene libre desde el 15 de diciembre y lo único que hace es salir a tomar todos los días. Yo lo quiero mucho pero no me imagino teniendo hijos con un hombre así.
Cuenta Joseph Barbera y William Hanna que el Oso Yogui nunca pudo vivir la navidad, porque los osos invernan durante el fin de año de manera que mientras el Niñito Dios deja los regalos, los Osos duermen profundamente.
Curiosamente, desde el punto de vista psicológico son muchas las personas que nunca han vivido una Navidad, nunca han disfrutado de la ilusión, el regocijo, la unión y la festividad que encierra la venida del Niñito Dios. Por eso se habla del Síndrome del Oso Yogui para designar precisamente a esas personas que en la infancia no pudieron tener esa vivencia navideña y que por diversas razones ya siendo adultos no han tenido la capacidad de recrear y disfrutar de esta festividad.
Sin lugar a dudas la Navidad es la época más lúdica del año. Es una festividad que inicia desde el primer día de diciembre y se va acabando ya entrado el año nuevo. Es decir es más de un mes de celebraciones, jolgorio y alegría.
El árbol del hospital de Niños, las bombetas del 8 de diciembre, el delirio de los chiquillos esperando a Santa o al Niñito, con sus cartas y pedidos, las actividades hogareñas de hacer el árbol y el portal, los tamales y el queque, así como preparar las cenas del 24 y del 31 le dan a esta fecha un enorme significado de cohesión familiar.
Los días feriados como que paran el tiempo, los apuros del año, las carreras laborales, y las tensiones cotidianas dan una tregua que permiten el regocijo y la unión con la pareja. El amor hace fiesta. La ternura florece. El tiempo por única vez en el año está a disposición de los amantes.
Como si fuera poco las celebraciones se extienden al ambiente laboral, en fábricas, centros y oficinas se hacen festejos, decoraciones e intercambio de regalos. Además las fiestas inundan las calles y la familia se divierten con el Tope, Zapote, el Carnaval, el Festival de la luz. Es decir, sobran los escenarios para vivir intensamente estos días.
Aun así, hay algunas personas no gozan este mes. Están aquellos amargados que no disfrutan ninguna actividad en el año y ven en estas festividades una simple actividad creada por los comerciantes para sacar dinero. Refunfuñan, dictan cátedra y enarbolan mil sofismas a los cuatro vientos sobre la falsedad de la navidad. Les amarga la alegría circundante y opacan las actividades en la que participan.
Otros se comportan como si la navidad fuera una pachanga festiva y no una celebración en familia. Introducen el licor, el cigarro y las drogas en la escena hogareña y borran el verdadero deleite navideño, más aún cuando sus actitudes van más allá y degeneran en violencia física y verbal tiñendo de dolor y llanto estos días.
Otros se han dado por vencido. Viven una vida emocional ingrata, sea en soledad, o sea porque tienen vínculos caóticos, desvitalizados o conflictivos y les hastían estas celebraciones. Pareciera como que mentalmente se dicen que linda es la vida y que fea es mi vida. Muchos el 24 y el 31 se acuestan temprano, para pasar durmiendo la noche buena y el año nuevo.
Por eso hay que recordar que la navidad es fantasía o al menos puede serlo, y es el momento en que “los chicos son grandes y los grandes son chicos”, y esto hay que recordarlo a lo largo de este mes. No podemos seguir viviendo amarguras del pasado, debemos crear una nueva realidad acorde a mis gustos y expectativas para estos días.
Es el momento propicio para disfrutar con los hijos, los sobrinos, los amigos y demás miembros de la familia de los regalos que trajo el Niño Dios, es hora de ponerse con los chiquillos a jugar bola, correr detrás de un fresbee, brincar suiza, encumbrar un papelote, o andar en bicicleta. Hay que disfrutar al máximo esta época, sacar el niño que llevamos dentro y ponerlo en contacto con nuestros niños, ser un chiquillo más, es la máxima en Navidad.
Por eso todos en estos días podemos sumergirnos en la Navidad, evitando el Síndrome del Oso Yogui, entre tamales, cafecito, juguetes, y risotadas, con la familia y la pareja disfrutar de estos aires navideños.