COMPRÉ UN JUGUETE SEXUAL PERO LO USO A ESCONDIDAS
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Soy una mujer de 29 años que vivo en unión libre. Las compañeras de trabajo “me metieron carbón” para que comprara un juguete sexual. Todas ellas lo usan y solo de eso hablan, porque les va muy bien. Lo he usado y lo he disfrutado mucho, pero no sé por qué no me siento cómoda de que mi pareja se entere. Me da pena o miedo o vergüenza, pero también me siento mal de usarlo a escondidas.
Los dildos, consoladores, también llamados juguetes sexuales sufrieron la censura social durante años. En un inicio, solo eran usados por personas progresistas o liberales, sin embargo, con el advenimiento del Internet poco a poco se han venido abriendo espacio como variantes y potenciadores del deleite sexual de la población.
En la actualidad contamos con una enorme gama de juguetes, que se han diseñado de manera expresa para desencadenar el placer. Así los hay para la zona vaginal, para la zona anal, para la región del clítoris, para el pene y hasta para la bolsa testicular y cada pareja o cada persona escoge acorde a sus gustos y preferencias.
Desde luego que todas las personas tienen el derecho a disfrutar su sexualidad de la manera que deseen, sean casados, solteros o en unión libre, de tal forma que son muchas las personas que lo usan sin enterar a su pareja por temor a herir sensibilidades y generar conflictos o desavenencias.
Hoy, sinnúmero de hombres y mujeres los utilizan, pero también abundan las parejas que los han incorporado a sus encuentros íntimos, de tal manera que puede que él o ella proponga su uso en una conversación casual para así valorar si es posible disfrutar de estos dispositivos mutuamente.