Soy un hombre de 32 años y tengo tres años de casado. Le escribo porque quiero mucho a mi esposa y físicamente me gusta mucho, pero simplemente no la aguanto. Por todo se enoja, y cada enojo significa un alejamiento de dos o tres días. No me habla, no quiere tener relaciones y hasta me agrede y me ofende sin razón. Este fin de semana fuimos a la playa, y la verdad mejor no hubiéramos ido. Pasó de mal humor todo el viaje.

La vida en pareja requiere de algo más que atracción. Aunque resulte extraño, con el cariño no basta. Es preciso saber vivir. Desde luego, en algunas etapas de la vida todos podemos comportarnos de manera errada y conflictiva, y eso debemos entenderlo. Pero si ese comportamiento, más que algo transitorio es una forma habitual de interactuar, como pareja debemos hacer un alto y, después de una conversación sincera, buscar ayuda profesional.

Precisamente, esa es una de las funciones del noviazgo: conocernos y darnos cuenta de si resulta agradable la forma de ser cada quien. En general, se recomienda que las parejas no tomen decisiones importantes, como casarse, tener hijos, endeudarse con préstamos, hasta que puedan superar esta problemática.

Muchas separaciones son provocadas por estos conflictos cotidianos, los cuales parecen volverse eternos, desgastan la relación y disminuyen la calidad de vida de ambos. Algunos estudios señalan que esta es la primera causa de divorcios y distanciamientos.