FUI INFIEL Y NO SENTÍ NADA
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Soy una mujer en unión libre de 32 años. Me fui a vivir con mi pareja desde los 17 años y solo había estado con él sexualmente. La verdad nunca disfruté del sexo a pesar de que siempre lo he querido mucho. Por consejo de unas amigas que me dijeron que probara por fuera. Me costó mucho decidirme pero lo hice. Me metí con un compañero que decían que era muy bueno en la cama pero me fue peor, no sentí nada y me siento muy mal.
Esta es una situación que vemos con frecuencia en el cada día de la consulta. Hombres y mujeres que ante un problema sexual deciden probarse afuera bajo la premisa que tal vez el responsable del problema sea la pareja, bajo el precepto de la voz popular que afirma equivocadamente que “no hay mujeres frías sino hombres incapaces”.
En realidad la mayoría de los problemas sexuales femeninos obedecen a problemas estrictamente físicos, sean alteraciones en ciertas glándulas como la tiroides o la hipófisis, o en órganos como el hígado o el páncreas, procesos infecciosos vaginales, pélvicos, hasta enfermedades ginecológicas como la adenomiosis o la endometriosis, por citar algunos.
Por esa razón cuando una persona se aventura a tener una relación extramarital creyendo que va a superar así una disfunción sexual, se da cuenta, que “el frío no estaba en las cobijas”, es decir, la causa de la insatisfacción sexual es propia y no por el desempeño de la pareja.
Desde luego, bajo estas circunstancias se lidia con dos problemas, la alteración sexual preexistente y el remordimiento de la infidelidad que suele provocar cierta “resaca o goma moral”.
Por eso lo ideal ante un problema sexual es dejar todo en manos de la ciencia, a sabiendas que hoy la inmensa mayoría de estas alteraciones se tratan fácilmente.