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ABORTO SELECTIVO

UN MUNDO SIN MUJERES

“Cuando se volvió la tortilla”

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UN MUNDO SIN MUJERES

Comentábamos la semana anterior sobre los abortos selectivos, aquellos que se realizan por razones específicas y estrictamente vivenciales. Están los padres que optan por interrumpir el embarazo porque el niño trae características físicas no deseadas. 

Escribir al DR. Mauro Hoy

Desde luego, entre las principales figuran los defectos congénitos, los problemas cromosómicos, el retraso mental, en fin, todas esas alteraciones que hacen más complejo el diario vivir, tanto del niño como de los padres y la familia en general.Cuando este tipo de interrupciones suceden, siempre surge la pregunta: ¿cuál es la raya? Por supuesto, los activistas de los derechos civiles nos recuerdan que este asunto compete a la privacidad y al interés de los padres, no hay raya marcable, y punto. Pero siempre se queda uno con cierta duda, algo epistemológica, algo metafísica y algo teleológica, aspectos demasiado intrínsecos para poder plasmarlos en la realidad.

Cuando creíamos que no había un más allá, algunas naciones comienzan a darse cuenta de que cada vez tienen menos mujeres, que aquella relación de 105 hombres por cada 100 mujeres se ha ido perdiendo, al punto de que en algunas zonas hay 130 hombres por cada 100 mujeres.  Para sorpresa de las autoridades mundiales, la razón reside en que más padres desean tener un hijo varón que una hija, y cuando se detecta el sexo del bebé por ultrasonido, optan por interrumpir el embarazo si el sexo es femenino, aun cuando sea totalmente sana. 

Con el alegato de que un hombre tiene más opciones laborales, es más fuerte para trabajar en el campo y genera mayor prosperidad que la mujer, las familias prefieren y hacen todo lo posible por evitar el nacimiento de las niñas. En algunas zonas del planeta, las condiciones económicas imperantes provocan que las niñas sean consideradas signos de pobreza, mientras los varones son vistos como auténticos activos que generan y producen.

Las consecuencias son inimaginables y parecen sacadas de una novela de ficción apocalíptica. Se estima que, por ejemplo en China, cerca de diez millones de hombres no podrán tener pareja como producto de ese desequilibrio demográfico. Visto de otra manera, para el 2020, los hombres menores de diecinueve años superarán en veintitrés millones a las mujeres de esa misma edad. Estas cifras evidencian el faltante de mujeres, lo cual provocará, entre muchas otras consecuencias, que la mujer se volverá algo preciado, pero en términos monetarios. Entonces, aumentarán las ventas de mujeres, las ventas de hijas y los matrimonios forzados económicamente remunerados.

Es más, ya se ha detectado “la importación” de mujeres de naciones cercanas, claro está, adquiridas luego del pago de un jugosa suma.Siguiendo con el ejemplo de la República Popular China, aun con todo su poderío no ha podido resolver el problema. Ha impuesto sanciones a los médicos que realicen el aborto selectivo por sexo. Sin embargo, pululan las máquinas de ultrasonido escondidas en villas, aldeas y campos donde, de manera furtiva, los médicos diagnostican el sexo fetal. Una vez sabido, el resto es historia.

De modo sorprendente pero esperable y siempre curioso, “se volvió la tortilla”. Aquellos grupos de activistas que defienden a ultranza el aborto como parte de los derechos individuales ven con malos ojos estos abortos selectivos. Comprenden que ya dejó de ser solo aquel derecho femenino y ahora es una amenaza para la mujer, que la convierte en un objeto y en un bien comercial.

Claro, surgen los detractores que se preguntan: ¿No era que el aborto es un derecho individual, que los padres pueden decidir libremente si traen o no un hijo al mundo? ¿Con qué derecho hoy se oponen a estos abortos aquellos que han pregonado el aborto por doquier? ¿Ahora sí hay que marcar la raya?

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