Soy una mujer casada de 27 años.  Tengo dos años de casada, de novios casi no teníamos relaciones, porque mis padres siempre fueron muy estrictos, así que todo lo hacíamos en carrera. Ahora que tenemos toda la privacidad y el tiempo que queramos me doy cuenta de que mi esposo es muy brusco, me acaricia muy fuerte y eso no me excita. Yo se lo digo pero como que no me hace caso y le estoy perdiendo el gusto al sexo porque no disfruto.

Esta es una pregunta que resume el acontecer de un sinnúmero de parejas. En nuestra sociedad es relativamente común que al hombre le falte cierta destreza al momento de propiciar caricias, al punto que muchas veces genera disconfort, molestias y hasta dolor en vez de generar excitación y placer.

La caricia firme, el abrazo asfixiante, el beso que va más allá de un beso mordelón, la penetración fugaz suele resultar para la mayoría de las mujeres auténticos “mata pasiones” que no solo enfrían el acto sexual, sino que quitan el apetito sexual a mediano y largo plazo.

Por eso, es muy importante que ambos miembros de la pareja compartan sus gustos, y se enseñen uno al otro las diversas formas en que desean ser estimulados. Abiertamente hay que decir, me gusta que me toques “así o asá”, “allá o aquí”, y no me gusta de “esto y aquello”. Eso es lo que en general todos los sexólogos recomiendan a las parejas, que exploren juntos la sexualidad.