SE CANSÓ DE MÍ Y ME DEJÓ
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Soy una mujer en unión libre de 38 años. Siempre he tenido mi carácter y soy consciente que soy una mujer difícil. Hace sietes años que vivo con mi pareja y aunque teníamos algunas diferencias en general vivíamos bien, bueno al menos eso creía yo. Hace dos meses y medio se fue y simplemente me dijo que ya no me aguantaba más. Pensé que era una rabieta, pero no ha vuelto y ni siquiera me contesta las llamadas.
Muchas personas se refieren al matrimonio y a vínculos similares como relaciones de aguante, haciendo referencia a que la vida en común es un martirio que se debe soportar en el nombre del amor y de algunos convencionalismos.
Esa idea pulula en nuestro medio y aun cuando es cierto que hay parejas que con costos se soportan, y hacen del diario vivir un tormento, también es cierto que abundan aquellos que hicieron del vínculo marital su núcleo de amor.
Debemos recordar que la vida marital ante todo pretende acrecentar la calidad de vida de la pareja, estabilizar su relación con la sociedad y ante todo llenar de manera recíproca las necesidades emocionales.
Es decir, si nos casamos, lo hacemos para vivir mejor, para sentir que queremos y que nos quieren de la forma que nos gusta ser amados, para sentirnos mejor y para desenvolvernos mejor en el cada día. La vida de por sí tiene demasiadas adversidades como para convertir el hogar en una trinchera de conflictos.
Por eso, cuando se tiene que aguantar el desdén, el maltrato, o el carácter desenfrenado de la pareja, es cuestión tiempo para que el vínculo se desvanezca y muchas veces de manera irreversible. Por eso, si nos han dejado por esas razones, no queda más que buscar ayuda profesional para superar esa inmadurez que provoca el mal carácter, sea porque se dé una reconciliación o para estar aptos para una nueva relación.