LA QUERÍA TANTO QUE HASTA LA FIÉ Y AHORA NO APARECE
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Soy un hombre casado de 42 años. Mi vida matrimonial siempre ha sido un desastre. Hace casi un año me enamoré locamente de una muchacha que conocí en una feria de la oficina. A los seis meses de estar saliendo me pidió que la fiara porque necesitaba un préstamo. Yo ni lo dudé. Ahora tiene tres meses que se fue a Guanacaste y no sé nada de ella. Ya no tiene el mismo celular, nadie sabe dónde está y me dejó la deuda.
Esta es una historia típica que se ha convertido en parte de las leyendas urbanas y que desdichadamente cada vez son más frecuentes. Parejas que se conocen y que la intensidad del vínculo hace que uno de los dos, asuma deudas o se convierta en fiador del otro.
Debemos recordar que la recomendación para toda pareja que apenas empieza es que ninguno de los dos debe tomar decisiones importantes, compartir deudas, comprar propiedades a nombre del otro, convertirse en fiador, porque el vínculo todavía no goza de la estabilidad necesaria para asumir compromisos económicos.
En esas condiciones, puede que con el tiempo esto más bien atente contra la relación de pareja. Así hay varios escenarios posibles. Puede que uno de los se sienta en deuda con el otro y aun cuando ya no profese el mismo afecto, sienta que debe seguir en la relación por compromiso.
También puede suceder, cuando el amor viene a menos, que uno de los dos se vea tentado a desaparecer con los bienes o dejar al otro con las deudas. Y en algunos casos, uno de los dos reclama y exige afecto por todo lo que ha puesto desde el punto de vista económico.
Siempre debemos recordar que el noviazgo es ante todo una etapa de conocimiento, y es en este periodo donde debemos conocer a fondo a la pareja para determinar, entre muchas otras cosas, si es una persona confiable.