El asunto fiscal es un tema país y como tal, las decisiones en torno a él no pueden ser delegadas a los especialistas, por el contrario, amerita un meticuloso análisis que incluya a todos los sectores sociales. Sin lugar a dudas, cualquier decisión tiene fuertes repercusiones en prácticamente todas las actividades nacionales.

Resolver el problema fiscal es algo simple desde el punto de vista teórico, hasta lo podría resolver un estudiante de economía de primer año. La complejidad aparece al  lidiar con todos los grupos de presión de cada nación.  Es claro que nunca hay una política fiscal que le agrade a todos, es más, no hay una política fiscal que le agrade a nadie.

Es un jarabe amargo que todos debemos tomar para sanear la economía nacional. El problema no es lo amargo del jarabe, el problema es que no hemos logrado que todos lo tomen. Hoy, la carga impositiva del país es selectiva, financiada por los hombres de buena voluntad, los asalariados que no tienen opción ante un rebajo automático y  por aquellos que han caído en las manos del fisco y después de mil y un alegatos han tenido que pagar.

Los expertos coinciden en que la evasión fiscal es enorme,  que la suma que se evade es mayor que la que se paga. Y que esta ha sido la dinámica durante años, consolidando toda una cultura de la evasión. Y esa es una injusticia. Antes de aprobar leyes que pongan más impuestos, debemos crear leyes que nos permitan acorralar a los evasores, de lo contrario siempre serán los mismos lo que tributen, siempre serán los mismos los que se ahoguen con las cargas tributarias y siempre serán los mismos los que gocen de una impunidad inescrupulosa.

Los impuestos alcanzan para las necesidades estatales, pero no hemos sido capaces de cobrarlos a plenitud. Si los aumentamos, estaremos castigando y empobreciendo al ciudadano honesto que tributa y premiando al evasor. A más impuestos, nadie lo duda, mayor evasión. No necesitamos más impuestos: necesitamos más recaudación. Necesitamos legislaciones duras, para que el evasor prefiera pagar a plantear un juicio, para que sea poco rentable cualquier artimaña evasora.

No necesitamos una reforma fiscal, necesitamos reformar al fisco para que tenga esas herramientas para que todos, absolutamente todos, coticemos como el país lo requiere. Es el Estado el que debe dar el ejemplo, el que debe cumplir con su responsabilidad de cobrar a todos por igual  antes de exigirle a unos pocos, a los de siempre,  que cumplan.