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Un asunto por resolver.

RÁPIDOS Y FURIOSOS

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RÁPIDOS Y FURIOSOS

Uno de estos días nos agarró la noche con la espeluznante  noticia de un asesinato más, producto de la intolerancia vial. Intolerancia que pasó del ya habitual plano de las ofensas, al cada vez más frecuente plano del enfrentamiento físico y llegó al doloroso desenlace de la muerte.

Escribir al DR. Mauro Hoy

 

Como nación tenemos que decir, hasta aquí. Como pueblo tenemos que decir, basta ya. Como país tenemos que hacer un alto. La violencia se nos está saliendo de las manos y está salpicando de sangre aquella paz blanca y pura.

Tenemos que ser claros, el caos vial que impera en nuestra capital no se limita y a la mala calidad de calles y carreteras sino también a una encrucijada de factores que no estamos dándole la atención debida. En primer lugar, los conductores estamos experimentando una falsa premura por llegar, por avanzar, por rebasar aun cuando realmente no nos urja llegar. No hemos logrado comprender que la velocidad y sobre todo las altas velocidades no se pueden desarrollar en una urbe como la nuestra y prácticamente en ninguna capital. Es un sinsentido, es un auténtico absurdo salir a las calles y pretender con el caos vial imperante, apresurarnos y apresurar al prójimo. Eso excede toda lógica.

Por otra parte, existe una enorme permisividad estatal al asentir el amedrentamiento entre los conductores con pitos, pitoretas, gritos o el uso sostenido y repetitivo del acelerador. La permisividad va más allá,  constantemente se irrespetan las leyes de tránsito y todo que queda impune. Piques, virajes en U, adelantamientos temerarios, carros estacionados en áreas prohibidas, buses y taxis que súbitamente se detienen a recoger pasajeros sin si quiera hacerse a un lado, furgones y vagonetas que toman las vías centrales y alternas provocando congestionamientos a granel, autos que superan los límites de velocidad,  son parte de nuestro panorama vial.

Esto es un asunto de cultura, esto es un asunto de idiosincrasia, y como tal es un asunto que tenemos que resolver con urgencia tanto en el plano nacional como en el plano familiar. Es imperativo que el estado haga cumplir la ley de tránsito. Es urgente que se hagan campañas que insten a la reflexión, y es imperativo que recapacitemos a nivel familiar sobre nuestras conductas al volante. Las calles nos están saliendo caras. Las calles están llenando de dolor a nuestras familias. Ya esto dejo de ser un problema y se ha convertido en un relajo.

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