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Como costarricenses tenemos que aprender a vivir de lo que ganamos, y no de lo que debemos.

NOSOTROS Y LA CRISIS

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NOSOTROS Y LA CRISIS

Sin lugar a dudas, la crisis económica que enfrenta Europa y el mismo Estados Unidos, genera fuertes repercusiones en un país como el nuestro, que debido a múltiples circunstancias ha podido esquivar o al menos amortiguar el duro golpe que se esperaba.

Escribir al DR. Mauro Hoy

Sin embargo, a nivel familiar, a nivel personal, a nivel ciudadano, debemos tener conciencia de la inestabilidad que significa que nuestro principal socio comercial esté en apuros financieros. Recordemos  que los cálculos más optimistas realizados en el  norte vaticinan que falta mucho, pero mucho tiempo para superar la crisis y las autoridades más pesimistas señalan que lo peor todavía no se ha presentado.

A diario observamos los intensos debates  entre los entendidos en materia económica, quienes dictan cátedra sobre las hipotéticas medidas y soluciones para una crisis de tal envergadura. Sin embargo,  es común que ante tales disertaciones nos sintamos ajenos y sobre todo impotentes,  ya que no logramos vislumbrar cuál debe ser nuestra posición y nuestro proceder en el cada día.

Esta sensación se agrava aun más, porque buena parte de la información que trasciende a las multitudes suele ser tan técnica y sofisticada que es difícil traducirla y aprovecharla para orientar nuestra pequeña economía familiar. 

Bajo esta perspectiva, es importante recordar algunos conceptos básicos que sirven de norte: No se endeude, las crisis siempre golpean con más fuerzas a los que menos tienen y entre los que menos tienen golpean más a los que tienen más deudas, sobre todo si éstas son –como suelen ser- con un interés variable, es decir,  que pueden experimentar alzas en los intereses acorde a la situación del mercado.

Las crisis además afectan más a los que a través de un préstamo compran bienes que rápidamente pierden su valor, como computadoras, celulares, o  automóviles. A veces olvidamos que un computador puede perder el 75% de su valor en cuestión de dos o tres años y si se compró a pagos no es raro que se pague dos, tres y hasta cuatro veces su valor.

Como costarricenses, tenemos que aprender a vivir de lo que ganamos y no de lo que nos endeudamos. Como ticos, tenemos que entender que solo se puede ostentar si la bonanza económica toca nuestra puerta y aun así, no es aconsejable. Que jamás se compra lo innecesario asumiendo una deuda. Los lujos empobrecen y más aun a las clases media y baja.

Si el dinero no alcanza, evitemos el despilfarro. Si fuese necesario hagamos extras, busquemos un segundo empleo, pero ante todo evitemos los préstamos aunque se anuncien con bombos y platillos por doquier y se presenten como la solución mágica. Aprendamos a comer en casa, que es más sano y barato. No paguemos caprichos por marcas y esas tonterías. Comprendamos que una LCD o un auto último modelo, solo aumentan el nivel de vida pero no la  calidad de vida.

No nos echemos el sueldo encima. Destinemos todo ese dinero –que no es poco- al  ahorro que nos protegerá de las adversidades repentinas y que nos aleja del prestamista usurero de la esquina. La tranquilidad económica es un bien invaluable que genera estabilidad personal y familiar.

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