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Una posición de conveniencia

LA CULPA ES DEL PAPA

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LA CULPA ES DEL PAPA

Ha sido realmente refrescante contar con un Papa que “viene del fin del mundo”, como él mismo se define, y que reiteradamente  rompe paradigmas obsoletos y anquilosados.

Escribir al DR. Mauro Hoy

Hace poco la prensa informó que, durante el bautizo de 32 bebés bajo los frescos de la Capilla Sixtina, el Papa Francisco notó que uno de ellos lloraba y le comentó a la madre que parecía que el niño tenía hambre. Ella le dijo que era su hora de comer,  dándole a entender que lo amamantaría después por estar frente al Santo Padre.  La respuesta del Papa fue “Por favor, dele de comer” 

La noticia recorrió el mundo y nos da una razón más para instar a todas las mujeres a darle el pecho a sus hijos en el lugar que sea: en el bus, en el parque, en la oficina, en el centro comercial o en la iglesia.

Porque el problema de fondo es que para evitar la censura social, muchas madres optan por el chupón para alimentar al niño fuera de la casa. Hoy sabemos que los biberones demandan menos esfuerzo en la succión y hacen que el niño luego rehúya la teta, con el consiguiente riesgo de que se interrumpa la lactancia y todos sus incalculables beneficios.

Esta actitud papal sienta un precedente  y nos recuerda además el incidente de hace unos meses, cuando en un mall rimbombante,  hubo cierta oposición ante una madre que amamantaba su hijo en público. Hoy esa mujer y todas las madres pueden decir: “la culpa es del Papa”, o mejor aun “solo sigo el mandato del Santo Padre.”

Todavía hay sectores rancios en la sociedad que ven maldad donde hay ternura, que ven vulgaridad donde hay belleza, que ven en uno de los gestos más grandes de amor una falta de urbanidad.  Estos grupos se oponen a la lactancia en lugares públicos y llevan años censurándola aludiendo a falsos preceptos morales.

Pues el Papa –no el cura de la esquina, no, el Papa-  les dice a esos grupos anacrónicos y a las madres del mundo que pueden y deben amamantar a sus bebés donde sea, incluso en los lugares sagrados; porque “los niños son los más  importantes”. Ojalá que la sociedad entendiera que los niños son los más importantes, por encima del comercio, por  encima de las apariencias, por encima de esos buenos modales de las malas personas, por encima de la conveniencia, y de la mojigatería.

Ojalá este precedente se imponga a la censura  que todavía prevalece. Se ven pocas mujeres dando de mamar en público, son la excepción y no  la regla. Es necesario hacer campañas que propicien la lactancia cuando el niño la requiere,  sin postergaciones, sin dilataciones y sin reproches.

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