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EL AMOR, ESE GRAN RELAJANTE.

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EL AMOR, ESE GRAN RELAJANTE.

Las sociedades contemporáneas sufren un severo aislamiento emocional y vivencial que genera intensos cuadros de stress que pueden ser contrarrestados con el ejercicio de la sexualidad. 

Escribir al DR. Mauro Hoy

El gran contrasentido del mundo contemporáneo reside en que, a pesar de los múltiples inventos y adelantos de la ciencia, la calidad de vida del cada día se ha visto disminuida en el nombre de la fatiga, el stress y las preocupaciones. De hecho, diríamos que entre más desarrollada esté una sociedad, mayor será el grado de tensión que ostentan sus habitantes.

Esto no se limita solamente a la calidad de vida. Tiene además grandes repercusiones en los índices de salud, ya que estas rutinas ajetreadas, estos ritmos acelerados que exige la nueva sociedad, afecta de manera directa y radical el estado de salud, propiciando derrames, infartos, embolias, entre muchas otras enfermedades. 

Hoy el individuo promedio no tiene tiempo para él ni para su familia y, por ende, tampoco para su pareja. No hay tiempo para hacer ejercicio, para disfrutar de los niños, para disfrutar del campo, para disfrutar de las noches estrelladas y lo peor: no hay tiempo para el sentimiento. 

Los números hablan.

Los estudios mencionan que las relaciones amorosas y las mismas relaciones sexuales han venido a menos. Los índices de divorcio alcanzan cifras que superan el 50%, dato que es mucho mayor, si contamos aquellas separaciones de hecho que no quedan registradas. La frecuencia de relaciones sexuales en nuestro país con costos alcanza la paupérrima cifra de 2 relaciones por semana.

El gran culpable: el trabajo o la recreación.

Muchos han creído que el responsable de este acabose sexual que vive la sociedad occidental y nuestro país, es producto de las altas jornadas laborales. Sin embargo, el análisis profundo nos demuestra que, en realidad, en la actualidad el individuo promedio dedica una enorme cantidad de tiempo a una serie de actividades recreativas que compiten con el sexo y el amor. La televisión, con sus novelas y partidos; internet, los video juegos, los bares y cantinas con sus happy hours y sus dos por unos, suelen acaparar el tiempo de cada miembro de la pareja; sin percatarse que ese tiempo dedicado al vínculo y los hijos acrecentaría la calidad de vida del cada día. 

El sexo el agente anti-stress por definición.

Desde las publicaciones clásicas de Morris, se señala que la vida sexual y particularmente el orgasmo, los largos periodos de excitación y el contacto corporal, tienen un efecto relajante sobre el organismo. Después de cada acercamiento sexual, se liberan una serie de sustancias cerebrales que desencadenan sensaciones de bienestar y tranquilidad. La frecuencia cardiaca, las cifras de tensión arterial, el volumen de oxigeno y las contracciones musculares disminuyen de manera considerable, brindándole al cuerpo un profundo nivel de relajación y creando una sensación mental de apertura y lucidez.

De igual manera, se sabe que la actividad sexual periódica propicia el sueño reparador, y mejora el funcionamiento de diversos sistemas como el gastrointestinal, con el que mejora los cuadros de gastritis y colitis típicos de la tensión. El sexo también disminuye los brotes en la piel por alergias nerviosas, además relaja los músculos, sobre todo los de la espalda y el cuello, que suelen generar contracturas precisamente por la tensión. Recientemente se ha documentado además, que los infartos y los derrames son menos frecuentes en las personas que mantienen una vida sexual periódica.

Así, muchos de los medicamentos que hoy se utilizan para combatir el efecto del stress no serían necesarios si asumiéramos la buena costumbre de una relación sexual diaria y ojala iniciáramos el día con un chapuzón de besos y caricias.

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