Una de las premisas mas importantes al abordar los conflictos de pareja reside en recordar que lo miembros de un matrimonio y de una familia ante todo son personas y que el bienestar de cada uno de ellos así como su seguridad están por encima del bien marital.

Una de las razones por las cuales el divorcio es mas frecuente en la actualidad, es precisamente, porque el vínculo marital dejo de estar por encima de las personas, antes, la idea imperante era que el matrimonio se tenía que mantener a toda costa, a cualquier precio y hoy esa premisa se encuentra en una etapa de transición en donde se va a aceptando que hay muchas condiciones donde la vida marital debe romperse.

Las historias que contaban nuestras abuelas, de mujeres que vivieron en carne propia largos sufrimientos, intensas humillaciones y vejámenes sexuales, bajo la premisa de “hasta que la muerte nos separe” y que presenciaron como se agredía a otros miembros de la familia incluidos los hijos, nos hace comprender porque en nuestra sociedad se está transformando el valor del matrimonio.

La ciencia, ha acompañado todo este proceso de transición y son varios los teóricos que señalan aquellas situaciones en las que claramente procede una separación, bajo el entendido que la prolongación de la vida marital expone a los miembros a riesgos considerables que van desde traumas  psicológicos tanto para los esposos como para sus hijos hasta el  peligro de la integridad física y porque no decirlo la muerte misma.

Resulta paradójico que con todos los avances científicos en materia de conducta humana, y la disponibilidad de ayuda profesional con la que hoy cuenta la población, son muy pocas las parejas que acuden en busca de ese auxilio. Por eso debemos instruir en que la terapia de pareja puede salvar a muchas parejas. Así es momento de buscar ayuda cuando:

• Las conversaciones terminan en auténticas agresiones verbales llenas de insultos, ofensas y humillaciones y que esta forma de agresión se convierte en un patrón reiterativo de interacción.

• La violencia física se hace presente. Tenemos que ser claros que la presencia de cualquier tipo de agresión corporal es razón suficiente para buscar ayuda profesional de inmediato. Muchas parejas, después de acontecida la descarga de violencia se encierran en una serie de disculpas, remordimientos y promesas de “no lo vuelvo hacer” que se ven interrumpidas por nuevos brotes de agresión. Cada miembro de la pareja debe saber a priori, que la agresión corporal significa el cese de una relación marital sana, que es el fin del matrimonio como vínculo de amor y que, sin ayuda profesional, de ahí en adelante esa relación lo único que deparará  será dolor y más dolor hasta convertirnos en una cifra más de las estadísticas de violencia doméstica.

• Los conflictos tardan días y hasta semanas en resolverse y en muchos casos se conviertes en situaciones inconclusas que generan resentimientos constantes.

• La vida sexual se ve interrumpida por los conflictos no resueltos.

• Las actividades de pareja son cada vez menos frecuentes y el distanciamiento satina la vida marital.

• Las actividades de las familias de los padres, son más importantes que las actividades maritales.

• El interés por la vida marital va en descenso sin causa aparente.

• Las relaciones extramaritales se barajan como una posibilidad.

• Los mecanismos para resolver situaciones conflictivas son ineficaces.

• La crianza de los niños genera enfrentamientos de pareja.

• El vacío emocional comienza a calar en alguno de los miembros de la pareja.

• El tiempo libre ya no es un tiempo compartido.

• La separación se vuelve una posibilidad real.