Hasta hace muy poco tiempo, es que los hombres son considerados todos iguales. Antes, se creía que había hombres superiores a otros. Sí, se afirmaba incluso que algunos eran hijos de los dioses y que hasta tenían la sangre diferente, que tenia la sangre de color azul.

Así, ese pequeño grupo de hombres que eran considerados superiores y como tal podían hacer cualquier cosa. Estaban por encima de la ley y del Estado. Es famosa la frase de Luis XV, quién dijo “el Estado soy yo”, indicando que él concentraba todo el poder de su país.

Pero todo esto cambió con la revolución francesa. En 1789, ondeando los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, el pueblo francés se reveló contra sus reyes, sus monarquías y sus rancias injusticias y se consideró por primera vez y para siempre que todos los hombres somos iguales. Aun y cuando ese estado de igualdad es cuestionado por muchos, no cabe duda que la idea imperante en nuestra sociedad es que todos somos iguales.