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FARMACOS Y SEXUALIDAD

Esos indeseables efectos negativos.

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FARMACOS Y SEXUALIDAD

Recientemente se ha destacado en las planas de los diferentes periódicos las dificultades que aparentemente se han tenido con algunos medicamentos, situación que de ser cierta nos alarma, por las mortales consecuencias.

Escribir al DR. Mauro Hoy

Un medicamento es un compuesto químico creado para curar o prevenir una enfermedad, para reducir sus efectos sobre el organismo o para aliviar un dolor físico. Para que una sustancia se eleve a la categoría de medicamento, requiere múltiples estudios y evaluaciones que confirmen sus propiedades y efectos en el cuerpo tanto los deseados, para los que fue hecho, como los indeseables, que llamamos efectos secundarios.

En términos generales, la población suele estar muy atenta a  identificar esos diferentes efectos no deseados de los medicamentos. La irritación gástrica, la colitis, la agrura; son quizás las repercusiones más frecuentes y conocidas. Por el contrario, los efectos sobre la respuesta sexual suelen ser ignorados por grandes porcentajes de los pacientes, quienes no relacionan determinada afección sexual con el medicamento  y más bien lo relacionan con otros factores.

Por eso, es muy importante recalcar que los diferentes medicamentos de uso diario pueden repercutir sobre la respuesta sexual. Algunos afectan el deseo sexual, sea disminuyéndolo o prácticamente aboliéndolo. Otros pueden generar dificultades  para conseguir o mantener la erección. Unos pueden dificultar la salida del semen y también pueden afectar la consecución del orgasmo, tanto en hombres como en mujeres. Se ha descrito además que ciertos medicamentos pueden generar dolor o ardor con las relaciones sexuales y hasta afectar la lubricación vaginal.

Hay algunos aspectos que tenemos que tener en cuenta para comprender el efecto de un medicamento sobre la esfera sexual.  En general, la posibilidad de afección es mayor cuando el medicamento es de uso continuo, es decir, hablamos de esos tratamientos que debemos tomar por años o por toda la vida. Además, en la mayoría de los casos, el efecto negativo no se observa de inmediato sino al tiempo de consumir el producto.

Hoy se sabe que la lista de medicamentos que puede afectar negativamente la sexualidad es enorme y entre los más frecuentes figuran los fármacos utilizados en el tratamiento de la presión arterial elevada –hipertensión arterial-, los trastornos depresivos y ansiosos, las alteraciones del sueño, los problemas digestivos, la caída de cabello, los problemas prostáticos, así como ciertos antibióticos, por citar algunos.

Es importante recordar que  las instrucciones del uso del medicamento incluyen el detalle de  los pormenores del fármaco, entre ellas las posibles repercusiones sobre la sexualidad. Desdichadamente en nuestros países, los pacientes rara vez leen ese prospecto y es común que lo desechen en el mismo momento en que abren el envase.  Adicionalmente, la venta de pastillas al menudeo con frecuencia no se acompaña de estas instrucciones, situaciones que, como se comprenderá, hacen que el paciente no relacione el medicamento con alguna falla sexual.

Los problemas van aún más allá. La experiencia clínica nos indica que es poco frecuente que los pacientes comenten con el médico los efectos secundarios de los medicamentos y menos aun cuando estos involucran el orbe sexual. Por el contrario, es común que el paciente oculte esas repercusiones por vergüenza y, sobre todo, porque desconoce que son provocadas por el tratamiento.

Adicionalmente, tenemos que hacer un “mea culpa”, porque los médicos también tendemos a obviar estos efectos y rara vez le preguntamos al paciente si ha notado cambios en el desempeño sexual, situación que vuelve aún más complejo el panorama.

Desde luego, esto no es preocupante cuando hablamos de tratamientos transitorios, que al cabo de unos días o semanas el paciente dejará de utilizar, como es el caso de algunos antibióticos que generan ardor, picazón en los genitales con el consecuente dolor con las relaciones.

El verdadero problema reside en los pacientes con enfermedades crónicas que ameritan determinados medicamentos de por vida, y en los cuales, si el paciente no lo comenta con el médico, un efecto secundario puede acabar con la actividad sexual para siempre,  con el consecuente deterioro del vínculo, la calidad de vida y el menoscabo en la autoestima.

Es importante destacar además que nunca, por ninguna razón sexual, el paciente debe suspender el medicamento. Es el médico el que debe dilucidar cuál es la verdadera causa del problema sexual para determinar si realmente es el fármaco o si es otro factor. Si fuera el medicamento, es el médico el que decide con cuál producto se sustituye, para que el paciente no vea afectado el control de la enfermedad y que,  a su vez, no tenga que lidiar con una falla sexual.

Por eso, cuando se presenta un problema sexual, es fundamental acudir donde el profesional, llevando la lista de medicamentos que se está ingiriendo o que se han ingerido en los últimos seis meses, para así poder determinar el papel que juega en la disfunción sexual.

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