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¿Puede ayudarnos la ignorancia en nuestra salud mental?

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¿Puede ayudarnos la ignorancia en nuestra salud mental?

Dr. Wiston Villamar PhD.

Médico Psiquiatra

Escribir al DR. Mauro Hoy

Sören Kierkegaard nos recuerda ("El concepto de la angustia") que Hamann solía repetir y admirar el que "Sócrates era grande porque distinguía entre lo que sabía y lo que no sabía". Esta conciencia de ignorancia "filosófica" nos lleva, por extrapolación, a la consideración de una ignorancia práctica en función de nuestra salud mental personal. Y por ello, ante la pregunta sobre si existe un tipo de ignorancia (que en sí vendría a ser conciencia de ignorancia) en relación a la salud mental en un individuo dado, la respuesta es afirmativa.

La clase de ignorancia a la que nos referimos aquí es una que corresponde a cierta área de la esfera cognitiva: la del proceso en nuestro ser-en-sí-mismo. Solamente de esta manera no nos perdemos en la críptica sugerencia de la inteligencia esclarecedora en función de teorías sugestivas, y en cambio, damos lugar a la experiencia del discernimiento del pasado → presente → futuro, como una realidad integrada en función del yo. Al eliminar la pretensión de la omnipotencia del razonamiento, lo utilizaremos para una serie de internalizaciones que nos harían ser coherentes con algunas realidades que son proactivas en el devenir de nuestra salud mental.

Entre estas realidades internalizadas tendríamos las siguientes:

1. El que nos daríamos cuenta que no somos seres que pensamos, sino seres que experimentamos el ser-pensantes. La diferencia es que, en el primer caso, nos sentimos admirados por el proceso aunque no lo entendamos, mientras que en el segundo caso, tomamos control del proceso en sí, como algo que realmente ocurre en nosotros y por lo que deberíamos de "reconocerlo" como nuestro, no como mero instrumento.
2. Así mismo, no nos quedaríamos estancados en medio de los nudos del pasado, sino que experimentaríamos a nuestro yo como el ser-que-crece. En el primer caso, siempre afloran los traumas y las frustraciones como piezas de un rompecabezas que nos va llevando cada vez más profundamente a un dédalo de incertidumbres. En el segundo, reaccionamos, aprendiendo lecciones bajo el maravilloso don del sentido común.
3. También, más que estacionarme en el presente y su circunstancia imaginativa, experimentaríamos a nuestro yo como el ser-que-vive-en-el-momento. Generalmente, a menos que todo "marche bien", quedarse en el presente trae la presencia de problemas amenazantes. En el vivir-en-el-momento trae la presencia de la vida y sus oportunidades.
4. Finalmente, nos ayudaría a no crearnos expectativas para el futuro de modo que nuestras emociones nos dominen cotidianamente, sino que experimentaríamos al ser-que-planifica-su-camino. La diferencia entre el primer caso y el segundo se da en que en el caso de la creación de expectativas fantasiosas se produce un hiato entre la realidad y las posibilidades, mientras que en la planificación del camino, uno va haciendo un recuento del gasto del yo en sí antes que en lo instrumental, por lo que descubre que no hay bien más precioso que el estado homeostático de nuestras emociones, cognitividades y disposiciones volitivas, todo en una integración que, seguramente va más allá de nuestra estructura psicológica, en lo que sería la raíz de todo lo que somos. Sólo de esta manera podríamos ejercer una ignorancia en favor de nuestro ser.

Atentamente,
Dr. Winston Villamar.


Un pensamiento:

"Ignorar lo que necesito ignorar requiere que le pregunte a mi yo cuánto necesita para ser feliz, de modo que pueda aprender lo que me dice cotidianamente".

SECCIÓN PREGUNTAS
La invitación es a enviar sus preguntas, una por vez, en no más de dos líneas. De los lectores que nos escriben, ponemos solamente sus iniciales, en función de la privacidad.

En relación al boletín anterior, no hemos recibido en esta ocasión preguntas.


REVISION DE OBRAS
La primera edición fue escrita en 1.844, en Copenhague, y se mantiene vigente, siendo que no fue un especialista en la salud mental. Nos referimos a la obra de Kierkegaard, El concepto de la angustia, la que nos permitimos recomendar porque tiene una profundidad justamente en uno de los planos que menos conocemos, y es el referente a la pena original del ser humano.

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