Durante mucho tiempo los  hombres de ciencia pensaban que las relaciones sexuales  desgastaban y dañaban el organismo.

Se creía en ese entonces que un exceso podía provocar diversas enfermedades y provocar cuadros de agotamiento tanto mental como físico. Los estudios posteriormente mostraron que por el contrario la vida sexual gratificante y frecuente  produce múltiples efectos positivos en el cuerpo, al punto que se sabe que aumente la calidad de vida, disminuye la frecuencia de ciertas enfermedades y hasta aumenta los años de vida.  

Por esa razón muchos profesionales recomendamos relaciones diarias, eso si llenas de abrazos, besos y caricias.

Algunas parejas se condicionan a tener pocas relaciones debido a que estas no son satisfactorias, particularmente algunas mujeres que no consiguen orgasmos con frecuencia se van desencantando del sexo, y lo ven como una obligación o como una forma de complacer al marido. Por eso es fundamental recalcar que para recibir los beneficios que la sexualidad depara es necesario que ambos disfruten y experimenten el placer sexual.

Debemos recordar además que la frecuencia de relaciones sexuales es un asunto muy personal y que las parejas logran llegar a un acuerdo que modula con el resto de actividades de la cotidianidad.

El problema reside precisamente cuando la pareja no logra ese acuerdo en cuyo caso procede una valoración profesional.