Cada menor embarazada significa que fallamos. Falló el sistema, falló el gobierno, falló la familia, falló la educación, falló la empresa privada y quizás quienes menos fallaron fueron los jóvenes. Quisiera analizar la participación de los medios de comunicación en toda esta dinámica.

Hoy, como nunca antes, los medios moldean en mucho los valores y conductas de la población y mas aún de los menores, al punto que compiten con la familia en la formación de nuestros hijos.

Cuando los comerciantes se adueñaron del planeta y las grandes corporaciones extendieron sus tentáculos sobre nuestros países, comenzamos a ver con mucha preocupación y tristeza, cómo bajo la premisa “el sexo vende”, los niños se convirtieron en el blanco de un sinfín de campañas publicitarias. 

Así florecieron los grupos musicales infantiles, que dejaron de cantar sobre cochinitos dormilones y hadas y llenaron sus partituras de sexo, pasión y amor. En esa misma línea, las series infantiles retocaron sus guiones incrustando una temática típica de adultos, con celos, concupiscencia, y lujuria.

Esto se ha agravado aun más porque, en el nombre de la libertad y del contrato de servicios, las empresas de cable internacional llevan a nuestras casas programación de adultos, la cual ya sabemos, es vista por niños, porque no es cierto que, en nuestra sociedad, con las condiciones imperantes,   “los padres de familia pueden velar por lo programas que ven sus hijos”.

Así, canales como “E”, favorito de muchos menores, brindan una programación sexuada con mensajes sumamente peligrosos, donde presentan una versión ficticia de la sexualidad, en la cual el sexo es una moda más, exenta de peligros, asociada y aderezada con licor y otras adicciones, que también se muestran como inocuas y simples diversiones.

El sexo es, entre otras cosas, una experiencia altamente gratificante. El placer que genera y las sensaciones que de él emanan no tienen comparación y de eso no hay duda. El problema surge cuando se ignora que la sexualidad además genera enormes peligros, entre ellos las enfermedades venéreas, el embarazo a destiempo, el aborto y el sufrimiento emocional. Pero eso, ¿quién se lo dice a nuestros menores?