Es poco lo que ganamos con que los famosos se vistan de rosado, sin las acciones gubernamentales que le permitan al Seguro Social contar con más radiólogos, ginecólogos y oncólogos.

Tras las jornadas en contra del cáncer de mama que hemos celebrado en estos días, de inmediato nos preguntamos, ¿de qué servirán? Hay que tener claro el valor de la protesta y ser congruentes con los alcances de las manifestaciones. Pues poco ganamos con tomar conciencia de la importancia del autoexamen mamario, si esto no se acompaña de una actitud estatal para proveer de mamógrafos a nuestra querida Caja Costarricense del Seguro Social.

La toma de conciencia debe ser integral y abarcar a todos los estratos de poder, de lo contrario,  esta buena iniciativa terminará haciendo más grandes los cuellos de botella en nuestros centros de salud, con el consiguiente malestar y preocupación de nuestras mujeres y de la familia costarricense.

En este momento la cita para una mamografía en muchos centros tarda entre 6 a 12 meses y a veces más. Si esta campaña funciona y nuestras mujeres conscientes de este riesgo, acuden en masa, como debe ser, probablemente saturen y colapsen el sistema y su diagnóstico se atrase aún más. Simplemente hoy no contamos con los recursos humanos y tecnológicos para cubrir a toda la población asegurada.

En Costa Rica se presentan 1200 casos nuevos de cáncer de mama, y cerca de 220 mujeres se nos mueren. Por eso lo ideal es que toda mujer se realice su primera mamografía a los 35 años. Si ésta es normal, el examen se debe repetir a los 40 años. De ahí en adelante, cada dos años hasta los 50 años.

Sirva esta indicación para guiar a nuestras mujeres y motivarlas, pero también para que como país, entendamos que hoy le resulta muy difícil al Seguro Social proteger a toda la población en riesgo.

Por eso en esta campaña electoral, el cáncer de mama debe ser un tema más en la agenda política nacional, un punto a tratar en los debates televisivos que se acercan. Debemos pedirles a los candidatos que se conviertan en guerreros rosados, incansables en la lucha contra este temido cáncer.

Necesitamos que todas las banderas de los partidos lleven un lazo rosado, como señal de su compromiso de dotar al cuerpo médico nacional de los recursos necesarios para proteger a nuestras madres, a nuestras abuelas, a nuestras hermanas, a nuestras parejas, es decir a nuestras mujeres. Hoy, más que nunca, necesitamos candidatos rosados.